En un año marcado por la prolongada sequía que ha sufrido el sector agrario, especialmente los cultivos de secano como los cereales, oleaginosas y proteaginosas, las siembras de cereales de invierno que están finalizando estos días recuperan la tendencia de los últimos años, es decir, aumento de superficie de trigo duro y descenso en la superficie de trigo blando.

En esta campaña pasada 2019, para la provincia, la superficie de trigo duro bajó a 43.000 Ha cuando la superficie en 2018 fue de 59.000 Ha y la media de las campañas 2014 a 2017 de 54.000 Ha. Sin embargo la superficie de trigo blando experimentó en las siembras de la campaña que finalizó en junio, un aumento del 48% respecto a la superficie sembrada en 2018.

Para esta campaña 2019/2020 se restablece la tendencia natural en nuestra provincia, alcanzando la superficie de trigo duro, según las estimaciones de ASAJA Cádiz, las 60.000 Ha y bajando la superficie de trigo blando a las 9.500 Ha. Esto se debe fundamentalmente a la recuperación del precio del trigo duro, el cual llegó a superar al precio del trigo blando en 40 € por tonelada, teniendo en cuenta que el coste de producción de los dos cultivos es prácticamente similar en estos últimos años.

En cuanto al triticale, en la provincia la superficie estimada de siembra será similar a la campaña pasada, unas 16.000 Ha, no siguiendo nuestra provincia la tendencia de crecimiento experimentada por este cultivo en otras zonas como la provincia de Sevilla.

Para los cultivos de primavera, aunque aún es muy pronto, según las estimaciones de ASAJA Cádiz, es previsible un descenso importante en la superficie de garbanzo en beneficio de la superficie de girasol, la cual experimentará un crecimiento significativo. En cuanto a este último cultivo, el porcentaje en la provincia sembrado de alto oleico es del 70% y de lino oleico del 30%, principalmente por motivos de precios, ya que los rendimientos son similares.

Por último recordar que, al margen de las siembras de cereales, la preocupación de ASAJA Cadiz por el crecimiento año tras año en las importaciones de aceite de palma en perjuicio de nuestros aceites de girasol y oliva. Estas importaciones de aceite de palma rozan las 2 millones de toneladas cuando en el año 2000 eran de 50.000 toneladas. Es significativa la comparación con el dato de importaciones de Francia, que sólo importa unas 160.000 toneladas de aceite de palma, apostando claramente  por sus producciones y por la salud de sus ciudadanos.

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