Tuber Aestivum es conocida vulgarmente como trufa de verano. Su temporada se sitúa habitualmente entre los meses de mayo y septiembre, pero es en agosto y julio cuando alcanza su momento idóneo de maduración  para disfrutar de todas sus cualidades, según señala el Grupo de Cooperación Trufa Negra de Aragón.

Su potencial aromático es inferior a la trufa de invierno, pero sigue siendo un producto muy interesante y su valor económico es menor que el de la Tuber Melanosporum. Su aspecto, tanto interior como exterior, difiere si la comparamos con la trufa negra.

La Tuber Aestivum es oscura por fuera, tiene una corteza piramidal y su interior es color crema con tonos de avellana. Se desarrolla a menor profundidad, a veces puede observarse incluso superficialmente. Se adapta mejor a los diferentes ecosistemas y eso hace que se recolecte en lugares variados como Europa, Irán o Rusia.

SU CONSERVACIÓN ES IGUAL A LA DE OTRAS TRUFAS CON LA VENTAJA DE QUE SU DURACIÓN EN FRESCO ES MAYOR

Los árboles indicados para hospedar estos peculiares frutos son el roble, la haya, la encina y las coníferas. El precio medio al que se puede adquirir la trufa de verano en el mercado ronda los 200 euros/kilo, frente a los 1.200 euros/kilo aproximadamente de la trufa negra. En cuanto a sus usos culinarios, son los mismos que los indicados para el hongo negro.

El aroma y sabor es menos intenso pero combina perfectamente con arroces, pastas, huevos o carnes, entre otros. Su conservación es igual a la de otras trufas con la ventaja de que su duración en fresco es mayor, alcanza hasta un mes con la temperatura adecuada y envuelta en papel film.

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