El campo se enfrenta a 17 confinamientos distintos. A diferencia de la primera oleada donde el estado de alarma era general, ahora cada Comunidad Autónoma va por libre e impone las medidas que considera oportunas, aunque haya elementos comunes como el recorte de la movilidad, el cierre (en un horario u en otro) de la hostelería y un toque de queda más o menos riguroso. En contrapartida, el sector agrario ya sabe que sigue siendo esencial, que no va a frenar su actividad aunque seguirá teniendo problemas técnicos para desplazarse, pero también que se le viene encima una nueva crisis de ventas y de precios, porque las medidas que afectan al canal Horeca va a tener su contrapartida no solo en el sector hostelero, sino en la agricultura y en especial en la ganadería.

Pero esta segunda ola del Covid traerá cambios importantes respecto a la primera. Ya no hará falta que los tractores salgan por los pueblos a fumigarlos, toda la imagen de compromiso adquirida en los primeros meses de la pandemia se acabará perdiendo (ya no es que ahora no se aplaudan al personal sanitario, es que les queda poco para ser casi culpables de lo que sucede) y cada vez que suma un producto en el supermercado (que casi con total seguridad no en los precios de origen) la culpa será de los agricultores y ganaderos que se están ‘forrando’ a costa de estos confinamientos.

Y si el papel del campo es esencial pero no relevante, si a diferencia de la primera oleada no se visualiza el papel que juega en estos tiempos de confinamiento, las ayudas al sector no van a llegar. Y las que hagan, lo hará con cuentagotas. Si en la primera fase de la pandemia se prometió mucho y se ha hecho poco, en esta da la impresión de que ni siquiera se va a prometer demasiado. Pero la realidad es que el campo va a pagar estos confinamientos parciales y que las ventas se van a resistir sin que a nadie le importe demasiado.

EL CAMPO VOLVERÁ A SUFRIR LAS CONSECUENCIAS NO DE UNA PANDEMIA, SINO DE 17. DE TANTAS COMO HAYAN DECIDIDO NUESTROS POLÍTICOS

Pero los problemas no acaban ahí. A un ritmo distinto en función no ya de cada autonomía, sino  incluso de cada provincia de una región, ya se están estableciendo limitaciones de aforo y medidas de prevención específicas por sectores de actividad y niveles de alerta, como lo mercados que desarrollan su actividad en la vía pública, ferias comerciales al aire libre, mercados de ganado y entes feriales, que deberá ajustar se a la nueva normalidad de estos confinamientos según el nivel de alerta que reducirán los aforos máximos y la amenaza de que pueda llegar a interrumpirse la actividad.

Afortunadamente, en verano, cuando se decía que temporeros y jóvenes eran los culpables de todos los casos en España, Ministerio y CCAA ya marcaron unas normas claras sobre el movimiento de los trabajadores que se mantiene en vigor actualmente, aunque se recomienda que la mejor medida  es que los titulares de las explotaciones vuelvan a sacar de los cajones los papeles que les acreditan como profesionales agrarios y que los agricultores y ganaderos que porten un certificado acreditativo individual para él mismo, como autónomo, o bien para el trabajador que colabore en la explotación. También es aconsejable llevar un cupón de la seguridad social o una copia de la PAC en el coche para evitar problemas ante  nuevo estado de alarma.

La historia siempre se repite. Lo que pasa es que en España todo tiene que ser diferente y ahora el campo volverá a sufrir las consecuencias no de una pandemia, sino de 17. De tantas como modelos de confinamientos hayan decidido nuestros políticos.

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