Las últimas cifras publicadas por el Copa y la Cogeca confirman una caída de la producción de trigo de la UE-28 del 13,6% y muestran que los resultados para la colza mantienen un nivel muy bajo con solamente 17 millones de toneladas. Esta situación global oculta grandes disparidades entre productores y regiones. Más preocupante aún es que debido a que los actuales precios de mercado no permiten cubrir los costes de producción, los problemas por la precaria situación de liquidez en las explotaciones se van multiplicando.

Las más recientes previsiones del Copa y de la Cogeca muestran que la producción de trigo blando en la UE está disminuyendo, con una reducción media de aproximadamente 20 millones de toneladas (-13,6 %) en relación con la cosecha de 2019. Este descenso viene explicado particularmente por las malas condiciones meteorológicas, la presencia importante de insectos nocivos y enfermedades que resultan cada vez más difíciles de controlar.

«Es urgente abordar estos problemas estableciendo instrumentos de gestión de riesgos eficaces y garantizando que al menos el 60% de la dotación del primer pilar se dedique al pago básico de la PAC. Si los agricultores ya no disponen de los medios financieros para comprar semillas certificadas e insumos de buena calidad, el balance cerealista de la UE podría resultar peor aún, lo que acentuaría las tensiones en la oferta disponible,» ha advertido Jean-François Isambert, presidente del grupo de trabajo Cereales.

“LOS AGRICULTORES DEBERÍAN PODER UTILIZAR PRODUCTOS FITOSANITARIOS Y ABONOS EFICACES EN LAS SUPERFICIES DE INTERÉS ECOLÓGICO”

Según las organizaciones agrícolas europeas, la calidad de la cosecha de trigo blando es satisfactoria en la mayoría de las regiones, pero las restricciones reglamentarias al uso de los fertilizantes y su precio más elevado (anti-dumping) son un inconveniente suplementario. En lo referente a las oleaginosas y proteaginosas, la producción total de la UE-28 es inferior a 30 millones de toneladas con una producción de colza que sólo representa 17 millones de toneladas a pesar de una ligera progresión en relación con la última campaña.

Al mismo tiempo, el precio del girasol de alto contenido oleico ha bajado del 30% frente a 2019 debido a la situación difícil del mercado mundial y la disminución del uso de grasa para freír como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Por esto, es importante asegurarse en particular de que el aceite de palma y sus derivados de alto riesgo de cambio indirecto en el uso de la tierra no se utilizan en los biocarburantes certificados como sostenibles de la UE, y que los biocarburantes subvencionados,como el B99 procedente de los Estados Unidos, no dificultan el mercado europeo.

Los biocarburantes procedentes de cultivos herbáceos europeos, que contribuyen a la lucha contra el cambio climático y la reducción de la dependencia de la UE de coproductos ricos en proteínas, merecen una política estable que no permita la precaria situación de liquidez que se vive. Según Pedro Gallardo, «algunos productores europeos de girasol están considerando abandonar pura y simplemente este cultivo.» Para el presidente del grupo de trabajo Oleaginosas y proteaginosas del Copa y de la Cogeca «es indispensable repensar la política europea de aprobación de los productos fitosanitarios para evitar que, por falta de rentabilidad, los productores de oleaginosas y proteaginosas abandonen uno de los principales cultivos de sus sistemas de rotación, beneficiosos tanto para los productores como para el mantenimiento de la biodiversidad». En opinión del Copa y de la Cogeca, los agricultores deberían poder utilizar productos fitosanitarios y abonos eficaces en las superficies de interés ecológico si la UE tiene la ambición de desarrollar su producción de proteínas vegetales.

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