Eduard Fitó ha sido elegido en Brisbane, Australia, presidente de la Federación Internacional de Semillas, cuyos objetivos, según afirmaba en su discurso, serán “promover la innovación en la obtención vegetal y crear las mejores circunstancias posibles para extender el movimiento global de semillas”.

Otra línea estratégica que ha destacado el ahora presidente de la Federación Internacional de Semillas, es la referente a comunicación de la Federación: “Hemos de dedicar más tiempo y recursos para explicar quiénes somos, qué hacemos y por qué hacemos lo que hacemos. Que todo el mundo sepa –y no solo los que ya nos conocen– que nuestra ilusión es un mundo en el que todos tengan acceso a semilla de calidad, empleando una agricultura sostenible y garantizando  plenamente la seguridad alimentaria”.

La innovación en la agricultora es el punto de incidencia fundamental de los obtentores vegetales, un sector que dedica al I+D entre el 20 y el 30% de sus recursos, porcentaje mayor que el que invierte la industria farmacéutica, la aeroespacial o la electrónica.

Solo en la Unión Europea, la mejora genética aporta al PIB más de 14 millones de euros.

En este sentido, Fitó ha señalado que «los consumidores están demandando más alimentos frescos de absoluta calidad, con diferentes tamaños y texturas, nutritivos y con más sabor; los quiere en cualquier época del año, a precios asequibles, más duraderos y con plena seguridad alimentaria. En eso trabajamos los obtentores vegetales y por eso la innovación vegetal contribuye al bienestar y la salud de los ciudadanos y mejora su calidad de vida. El problema es que la mejora vegetal resulta cara y sus objetivos finales no siempre se logran, lo que la hace muy arriesgada”.

La mayor dificultad para hacer frente a ese riesgo es la producción y comercialización ilegal de semillas, “un pirateo que nos preocupa” – señalaba el recién nombrado presidente de la Federación Internacional de Semillas–:  El respeto por la Propiedad Industrial es esencial  porque solo así podremos obtener recursos para seguir investigando, mejorando y desarrollando nuevas variedades, algo que requiere mucho talento, cuesta millones de euros y necesita años de abnegado trabajo”.

Solo en la Unión Europea, la mejora genética aporta al PIB más de 14 millones de euros. En promedio y en los principales cultivos, la mejora genética contribuye al 74% de la productividad total europea, lo que equivale a incrementar los campos de cultivo un 1,24% cada año. El mercado español de semillas es el tercero más importante de Europa y el decimotercero mundial; alcanzó en 2017 una facturación de 600 millones de euros.

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