EFE.- En una entrevista concedida a Efeagro, el presidente del grupo, José María Fonseca, ha indicado que Terras Gauda produce 1,8 millones de botellas de vino y que está consiguiendo "salvar la situación" y "mantenerse en niveles aceptables", a través de "la receta que nunca falla: el trabajo".

De las tres bodegas principales que componen el grupo, Quinta Sardonia y Pittacum, exportan casi la mitad de su producción, mientras que Terras Gauda vende en el extranjero algo más del 30 %, aunque "el esfuerzo es conjunto y la filosofía de trabajo es la misma", ha indicado Fonseca.

Tras introducir sus caldos en Australia, "un país que además es un gran productor y que tiene precios muy competitivos", el principal reto son los grandes países emergentes asiáticos como India y China, "donde las economías crecen a unos índices muy altos y aparecen nuevos nichos", ha indicado.

No obstante, ha recordado que además de oportunidades, estos países siguen siendo "mercados difíciles" porque "se mueven en parámetros muy diferentes" y porque existe la competencia de los vinos australianos, neozelandeses y franceses que "se han sabido vender durante siglos".

Otros destinos importantes para esta firma son Estados Unidos y los países del norte de Europa, para los que hay que trabajar "con criterio y con profesionalidad".

El grupo Terras Gauda seguirá trabajando en la línea de investigación, que ya les ha llevado a conseguir retos como la recuperación de la variedad del caíño blanco y lanzar al mercado el vino "La mar".

Este caldo, del que sólo se han producido hasta el momento 7.000 botellas, ha "tenido una gran acogida" por parte de los consumidores, ha indicado Fonseca.

Además, siguen trabajando en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con el que ya han patentado algunos procedimientos de mejora de elaboración del vino, con la idea de "lucha continua por mantener la calidad y la singularidad".

En estos momentos están desarrollando un proyecto de viticultura de precisión que consiste en instalar medidores en puntos estratégicos de la viña para conocer aspectos como las necesidades de nutrientes, el nivel de maduración que tiene uva o el tipo de mosto que se va a obtener.

Si se cumplen los plazos previstos, la investigación puede finalizar en un plazo de dos años.

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