Manel Pretel, director del Instituto catalán del corcho y portavoz de "Cork" -iniciativa europea de divulgación del producto-, advierte que los tapones de rosca -de aluminio y junta plástica- son demasiado herméticos y pueden provocar "olor a huevo podrido o goma quemada" porque se "asfixia" al vino, al que se "priva" de oxígeno.
Sobre los cierres sintéticos, presentan el problema de "escalping" o "sabor a plástico", según Pretel, aunque el usuario lo desconoce, puede estropearse si no se consume rápidamente.
El corcho, que tiene unas características fisicoquímicas "que no han podido replicar" los sintéticos, permite a su juicio una evolución de atributos y aromas al vino que convierten a este tapón en "un elemento más de la vinificación" como puede ser la barrica.
Según sus datos, el tapón de corcho tiene una cuota de mercado mundial del 70% (en España llega al 95-97%) y el 30% corresponde a otras alternativas (el 18% de rosca y el 10-1 % a plásticos).
El director general de la Asociación portuguesa del corcho (APCOR), Joaquim Lima, apunta que estudios comparativos "demuestran claramente que el corcho sale victorioso en todas las variables".
Los consumidores "muestran una clara preferencia por el corcho y están dispuestos a pagar un poco más por un vino que está sellado con él", mientras que muchas bodegas que probaron otras alternativas han vuelto al corcho por "no estar satisfechos", arguye Lima.
Defensores de los productos alternativos se defienden
"Los tapones sintéticos nacieron hace 15 años como alternativa al natural, que provocaba olor a humedad o a moho por la molécula TCA. Nuestros cerramientos permiten una regularidad absoluta en todas las botellas y son más baratos", afirma Sébastien Andrés desde Nomacorc.
Con una cuota mundial del 60% en tapones sintéticos, los cerramientos de Nomacorc, propiedad de un fondo de pensiones de EEUU, están en un tercio de los vinos embotellados en el país y en una de cada cinco botellas de Alemania y de Francia. En España vende 130 millones de tapones y, en Sudamérica, proveen a 200 bodegas.
Otras diferencias claves -añade Andrés- es que estos últimos nunca se rompen al descorchar y evitan que caiga polvo u otras partículas al vino y las botellas se pueden mantener tanto en posición horizontal como vertical -el corcho natural exige la horizontal- con el consiguiente ahorro de espacio y comodidad.
Frente a los que ponen en duda la idoneidad de este tipo de tapones para vinos con más años en barrica, Andrés comenta que la nueva gama Select Series de Nomacorc "está especialmente diseñada" para vinos de alta gama y, en particular, los crianzas y reservas.
"Yo no soy detractor de ninguna alternativa. Creo que sería un error pensar que solamente se debe utilizar una u otra", comenta el gerente de la Unión Española de Catadores (UEC), Miguel Berzosa.
Europa está acostumbrada a vinos con evolución y recurre al corcho, mientras que países con menor tradicional vinatera quieren dar una imagen de renovación y se decantan por los sintéticos.
"Los catadores no tenemos problemas para valorar vinos con tapón de corcho o sintético", asegura este experto quien pide que no se "satanice" a ninguna modalidad por los defectos que teóricamente provocan, porque estos fallos "son mínimos" según su experiencia.
"Prefiero un buen tapón sintético que un corcho mediocre que dé problemas", esgrime por su parte el vicepresidente de la Asociación Cultural Sumilleres de La Rioja, Carlos Echapresto, aunque sigue apostando por el derivado del alcornoque si es de máxima calidad.
"Perjudicar un gran vino por un mal corcho es un problema", incide Echapresto, que cree que este tapón se quedará para cerrar botellas "premium", pero crecerán en el mercado sus competidores.
La enóloga de Bodegas Campo Viejo (DO Ca Rioja), Elena Adella, ha apuntado que el corcho ha sido el cierre reconocido en la historia para asegurar la estanqueidad y la evolución lógica del vino y también hay razones culturales y sociales que le avalan.
El descorche es parte del boato
"Descorchar una botella forma parte de la parafernalia, de la pompa y el boato que envuelve al vino" y "cuando un sumiller o consumidor realiza esta acción todo el mundo queda como hechizado".
Pero el tapón de corcho es un elemento "natural" y, como tal, "todos diferentes", lo que puede provocar olor y sabor a corcho.
No todos los consumidores lo notan pero sí constatan que "este vino no está como siempre". "Se vuelve en boca más duro, más seco y más antipático", se pierden los aromas a fruta y la complejidad. Son más planos, menos intensos" y defectuosos, explica Adella.
Los sintéticos sí consiguen una homogeneidad: si no da problemas uno, no lo dará ninguno", afirma la enóloga.
Según remarca, en Australia, Nueva Zelanda o California el tapón de rosca "está muy generalizado" y "casi todo", sean blancos o tintos, crianzas o vinos jóvenes, los tapan con esta modalidad, pero consumidores europeos, también españoles, los rechazan porque identifican estos caldos con productos "de baja calidad".
También proliferan los taponamientos sintéticos, sobre todo para cerrar botellas con alta rotación en el lineal, si bien todavía no han logrado hacerse con una parte sustancial del mercado, concluye.