Siendo justos, es cierto que Francia podría tener razón en la guerra abierta de sus viticultores contra la exportación de vino español al país galo. Pero siendo justos.

Justos con todo. No vale que se rasguen las vestiduras porque llega vino a mejor precio a sus bodegas, pero que aplaudan que a España llegue la leche barata y sin calidad que les sobra.

Justos porque el Gobierno francés no puede estar mirando a otro lado cuando se asaltan los camiones españoles en sus carreteras y luego reclaman a Bruselas unas normas de competencia… que beneficien a sus productos.

Justos porque está muy bien que impulsen la obligación de poner en el etiquetado de los productos franceses el origen de la leche o de la carne procesada, pero no impulsen esta medida en toda la UE porque se pondría freno a muchas de sus exportaciones agroalimentarias.

Justos porque no se puede llorar porque el vino, la carne de cerdo o la fruta y hortaliza española sea competitiva en calidad y precio a la francesa y esto provoque una crisis en su sector agrario pero no les importen las lágrimas de los cientos de ganaderos lácteos españoles que deben cerrar cada año sus explotaciones por culpa de su leche que invade España.

Si queremos ser justos, seámoslo, pero en todo, porque a la postre eso puede beneficiar a todos.

Pero, seamos justos. Esto nunca pasará porque hay demasiados intereses en determinados sectores a un lado y al otro de la frontera.

 

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