Este mes de noviembre el comisario de Agricultura europeo, Phil Hogan, tiene intención de abrir el debate sobre la reforma de la PAC en el seno de la Unión Europea. Sobre el tapete se pondrá dos cuestiones básicas: El presupuesto que va a tener tras la salida del Reino Unido y el agujero que deja en las arcas comunitarias el Brexit y la esencia de lo que debe ser la futura PAC, con el mantenimiento o no de los dos pilares básicos actuales en las ayudas. Un debate que llegará con un panorama marcado por la falta de consenso y con las posturas muy divididas.

Tan divididas que no hay acuerdo no ya entre los países o en el seno de la propia Comisión Europea, sino entre las formaciones políticas que forman el Parlamento Europeo que debe debatir esta reforma. Y un buen ejemplo se puede ver en que mientras esta misma semana Andalucía defendía que aboga por dejar la actual PAC hasta 2024 (una propuesta que también ha planteado el Grupo Popular Europeo) los socialistas europeos reconoce que están «en pleno debate» y que es «pronto» para avanzar decisiones, pero que no descartan «plantear una modificación inmediata de la PAC».

Propuestas de recortes, Brexit y cofinanciación. Un cóctel demasiado explosivo para el acuerdo

Pero se haga antes o después, lo cierto es que la reforma de la PAC hay que afrontarla y la cuestión económica está sobre la mesa. El comisario Hogan fue claro al señalar recientemente que la salida del Reino Unido de la Unión Europea dejará “un hueco” en el presupuesto europeo “un hueco que hay que llenar”, a la vez que planteaba la posibilidad de aumentar la contribución de los países en un 1%.

Sin embargo, el comisario europeo de Economía y Sociedad Digital, Günther Oettinger, ha lanzado ya cinco propuestas, de las que cuatro, se centran en quitar dinero en la reforma de la PAC y algunos países, como Holanda, ya han defendido públicamente que es necesario recortar fondos para destinarlos a otras partidas, como la inmigración y la seguridad de Europa.

Unos fondos que, en caso de recortarse, y recientemente tanto la ministra Isabel García Tejerina como el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, reconocían la “previsible” reducción de los fondos en la reforma de la PAC y son dos políticos que no dan puntadas sin hilos, podría pasar por un acuerdo que compensara la pérdida de dinero con la cofinanciación de la PAC por parte de los estados.

Una cofinanciación que no gusta a nadie y especialmente a España, que ha dejado muy claro que el Ministerio “cree que la PAC tiene que seguir financiada al 100% por la UE”, por lo que “no estamos de acuerdo” con dicha cofinanciación, pero que también provoca rechazo en otros países porque representaría una renacionalización de la principal política europea desde su creación.

Un panorama confuso, complicado y en el que parece que hay demasiados intereses y poca voluntad de cooperar y que va a marcar no sólo el futuro de la agricultura europea sino, en muchos sentidos, el propio futuro de la UE porque, como aseguran algunos expertos, «si dejamos de lado a la agricultura y ganadería europea corremos el riesgo de depender de terceros países a los que poco o nada les preocupaba hoy en día la calidad y la sostenibilidad».

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