En esta época crucial para el olivar, cuando ya se aprecia un alto porcentaje de aceitunas cuajadas en el campo, es vital mantener una vigilancia estrecha sobre la aparición de la tercera y última generación de ‘Prays oleae’, comúnmente conocida como la polilla del olivo.

El técnico de AGR by De Prado Rui Canario explicó que esta generación, denominada carpófaga, “tiene un impacto directo en los frutos recién formados y es capaz de causar los mayores daños económicos”. Su modus operandi es depositar huevos en el cáliz, o sus proximidades, del fruto. Cuando las larvas eclosionan, penetran de inmediato en el fruto, lo que puede resultar en una primera caída de frutos, coincidiendo a menudo con el momento en que alcanzan el tamaño de un grano de pimienta.

Sin embargo, las aceitunas que logran resistir la entrada de las larvas seguirán albergándolas en su interior a lo largo del verano y suelen emerger en septiembre a través del pedúnculo, provocando una segunda caída de frutos.

Por ello, subrayó que “es esencial que los agricultores y técnicos estén alerta y realicen un seguimiento constante para mitigar los efectos devastadores de esta plaga”, una de las de mayor impacto económico y que puede provocar hasta un 80% de pérdida de productividad.

Esta plaga de la polilla del olivo tiene tres generaciones al año, afectando a la hoja (generación filófaga), a la flor (generación antófaga) y al fruto (generación carpófaga), siendo esta última la que más daños genera, precisó Rui Canario.

La primera de ellas es cuando las larvas recién nacidas penetran directamente en el interior de la hoja realizando una galería donde pasan el invierno. Al subir las temperaturas en febrero-marzo, reanuda su actividad y va cambiando de hoja a medida que muda. En este estado, pasa cinco generaciones, hasta que al final se convierte en crisálida.

La generación antófaga se produce cuando los adultos realizan la puesta en los botones florales todavía cerrados (abril-mayo). Al eclosionar los huevos, las larvas penetran y se alimentan de las antenas (polen), estigmas y ovarios (futuros frutos). Al final de su desarrollo, teje una crisálida en la inflorescencia. Es característico observar una telaraña en la inflorescencia.

TRATAMIENTO

En caso de detectar su presencia en este momento, en valores superiores al umbral de daño económico, es recomendable hacer un tratamiento insecticida, respetando las dosis mínimas y máximas recomendadas de los productos fitosanitarios autorizados en el Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente.

En un futuro próximo, sería bueno que se consiguiera aumentar la población de la fauna auxiliar, principalmente de la Chrysoperla camea, que, en su fase de larva, es predadora de Prays oleae, para disminuir la población de esta plaga y reducir el uso de soluciones químicas.

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