Fernando Viñegla / Coordinador técnico de la Coalición Por Otra PAC

Hoy, 16 de octubre, es el Día Mundial de la Alimentación. Se conmemora algo que la sociedad, cada vez más urbanita y desconectada del campo, olvida con frecuencia: que la alimentación es casi la única necesidad indispensable que tenemos como seres humanos.

El aumento de los precios de los alimentos y su escasez a lo largo del globo alertan de que estamos en ciernes de una crisis alimentaria mundial. Esta es una de las tantas señales de alarma que está lanzando nuestro actual sistema agroalimentario: no podemos mantener mucho más tiempo la industrialización y la intensificación imperante.

La reciente invasión rusa de Ucrania y un verano en el que se ha hecho patente el carácter extremo de fenómenos climáticos como la sequía, no ha hecho más que apuntalar un secreto a voces. Nuestro modelo depende mucho de insumos escasos, que en muchos casos viajan desde lejos y que están sometidos a condiciones geopolíticas difícilmente controlables. También, que para garantizar sus altos rendimientos requiere gran cantidad de agroquímicos, que la Comisión Europea planea limitar a corto plazo. Por no hablar del coste inasumible de sus externalidades para el medio ambiente y las personas, que no pueden beber de sus acuíferos agotados o contaminados por nitratos.

Por ello, es urgente que la nueva Política Agraria Común (PAC), una herramienta política tan poderosa modelando el sistema productivo y el medio rural, apueste por una transición agroecológica que asegure sistemas alimentarios sostenibles, justos, responsables y sanos. Tiene que asegurar un pago justo y una vida digna para las personas que producen nuestros alimentos. Además, debe fomentar entre la población una dieta sostenible, para que sea asequible a todas las personas que  apuesten por alimentos de cercanía, agroecológicos, de temporada.

Actualmente la PAC está manteniendo con dinero público los modelos productivos agonizantes. Y, lo peor es que el futuro es continuista. El Plan Estratégico de la PAC que entrará en vigor en enero de 2023 pospone, al menos otro lustro más, la gran reforma necesaria de un sistema alimentario diseñado para unos pocos y que no apoya, ni a productores ni a consumidores, ante las cada vez más frecuentes amenazas ambientales, sociales y económicas.

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