Los incendios forestales son uno de los principales elementos de perturbación de los ecosistemas del planeta, influyendo sobre la estructura y funcionamiento de millones de hectáreas. En España, con casi 27 millones de ha de superficie forestal, se queman al año en torno a las 100.000 ha (cifra media en el último decenio). En general, la elevada presión de las actividades humanas y el calentamiento global están modificando la frecuencia, intensidad y tamaño de los incendios forestales, con importantes consecuencias para el entorno natural y la sociedad en su conjunto, entre las que destacan las trascendentales repercusiones socioeconómicas que provocan en las zonas rurales y en los bosques.

BOSQUES 2El Colegio de Ingenieros de Montes y el Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales han elaborado un documento conjunto para contar a la sociedad por que se producen los incendios, cómo evolucionan y la catástrofe natural que queda tras ellos.

“Los ciudadanos sufrimos al ver que los incendios forestales arrasan hectáreas de bosques que conocemos y hemos disfrutado, pero debemos mirar más allá y entender que a nivel ecológico, los incendios forestales pueden modificar la disponibilidad de luz, nutrientes, humedad y espacio, influyendo en la evolución de las comunidades; modifican los ciclos biogeoquímicos, los procesos hidrológicos y geomorfológicos, la calidad de las aguas y provocan cambios en la composición de la atmósfera, como las emisiones de CO2 y otros gases nocivos”, afirma Eduardo Rojas, Decano del Colegio de Ingenieros de Montes.

el 96% de los siniestros que tuvieron lugar en España han sido producidos por actividades humanas

“El fuego no es nuevo para nosotros -recuerda Pilar Avizanda, Decana del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales-. Incluso antes de la aparición del ser humano sobre la tierra, ya desempeñaba un decisivo papel en la evolución del paisaje, aunque entonces estuviera provocado por causas naturales. Hay especies vegetales con mecanismos de adaptación y estrategias que les han permitido convivir con el fuego y pervivir hasta nuestros días, como el alcornoque, el pino canario, las jaras, o las piñas serotinas”.

Incendios forestales se producen durante todo el año, y la realidad es que las cifras se encuentran prácticamente estabilizadas desde el año 2000, a pesar de lo cual, y según datos del Magrama, cada año el fuego descontrolado afecta a unas 108.000 hectáreas de superficie forestal, de las que 35.000 son arboladas. “Eso sí -reconoce Eduardo Rojas-, no son más gracias a la rápida intervención de los medios de extinción que hacen que, de media, casi el 70% de los incendios anuales se queden en conatos (incendios menores de 1 hectárea)”.

BOSQUES 3En este último decenio, el 96% de los siniestros que tuvieron lugar en España han sido producidos por actividades humanas, de forma intencionada o por negligencias o accidentes. El análisis detallado debe hacerse por zonas geográficas dado que hay importantes diferencias, pero se puede afirmar que el origen de la mayoría de los incendios está ligado a las prácticas tradicionales de quema con finalidades agropecuarias, como las quemas de restos agrícolas o quemas de pastos, sobretodo en el cuadrante noroeste de la Península.

Estos casos están catalogados como negligencias/accidentes cuando el autor, además de haber hecho la solicitud de quema si fuera necesaria y haber tomado medidas preventivas, permanece en el lugar controlando la quema y, aún así, esta se escapa.

entre las causas, el abandono de la actividad agrícola extensiva, otros usos tradicionales del monte o el cambio climático

Los factores que han originado la situación de riesgo actual en el ámbito mediterráneo son conocidos, y relativos al contexto socioeconómico, al estado del medio natural y al cambio climático; El abandono de la actividad agrícola extensiva por falta de rentabilidad y de otros usos tradicionales del monte como la recogida de leña y el pastoreo extensivo han condicionado de forma manifiesta la realidad actual de las áreas rurales, sometidas a la falta de los cuidados necesarios.

“Los cambios en la distribución de la población y su relación con el territorio y el paisaje es otro factor determinante, así como una ordenación territorial que no considera el riesgo de incendios -afirman los representantes de los profesionales del sector forestal-”. A la falta de gestión forestal hay que añadir la gran eficacia en la extinción debido a su priorización política, “y todo ello está motivando un aumento de la superficie forestal y una acumulación de combustible con un aumento de un 100% de la biomasa forestal en 30 años”.

BOSQUES 4Para la Decana de los Ingenieros Técnicos Forestales esta es la llamada paradoja de la extinción: “cuanta más eficacia se alcanza en la extinción de los incendios, más se favorece que algún incendio no se logre controlar y devenga catastrófico. Además, la ocurrencia simultánea de incendios, las situaciones meteorológicas extremas y la expansión de áreas urbanas que se integran en el monte (interfaz urbano forestal), añaden complejidad al fenómeno de los incendios forestales”.

Eduardo Rojas recuerda además que “actuamos en el escenario de cambio climático en el que nos encontramos, con una previsión de aumento de más de un mes de sequía al año, y mayores y más frecuentes olas de calor y con pluviometría cada vez más errática. Estos factores inciden ya no sólo en el incremento de la biomasa disponible, sino en la ocurrencia de fuegos cada vez más virulentos y complejos en su gestión, extinción y prevención”
A la pregunta de si es posible eliminar los incendios forestales, ambos colegios profesionales coinciden en que “la respuesta es NO. Los incendios forestales están lejos de ser un fenómeno que podamos eliminar. Vivimos en un entorno mediterráneo en el que FUEGO Y PAISAJE son un binomio imposible de disociar. Pero debemos hacer el máximo esfuerzo para evitarlos y minimizar sus terribles efectos directos sobre las personas y sus bienes, y las consecuencias que tienen sobre el medio: pérdida de productos (madera, corcho, frutos, setas, resina, caza…) y biodiversidad, además de cuantiosos daños ambientales que pasan muchas veces desapercibidos como el empeoramiento de la calidad del aire, la emisión de CO2 y la contribución al efecto invernadero, la pérdida de control y defensa frente a avenidas y sequías, la erosión, el deterioro del paisaje (muy relacionado con el ocio, el turismo y valores emocionales) además de gran alarma social”.

Acceda al documento completo en http://goo.gl/qt0zYk

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