El próximo lunes día 26, cuando ya hay prevista una nueva manifestación de agricultores en Madrid, se decidirá en Bruselas buena parte de la suerte del sector agrario español. Sin embargo, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ya ha enfriado muchas de las esperanzas del sector, al reconocer que en este encuentro no se podrá conseguir, al menos de momento, la generalización de las cláusulas espejo en los acuerdos comerciales con terceros países para evitar la competencia desleal que denuncian los agricultores. «No hay una mayoría favorable», ha reconocido este jueves en el desayuno informativo Fórum Europa.

El ministro lleva varios años reivindicando en Bruselas estas cláusulas, que obligan a los países que firmen acuerdos comerciales con la Unión Europea a aplicar los mismos requisitos que se les exigen a los agricultores comunitarios. Esta es una de las quejas principales de las organizaciones agrarias, que consideran que tienen que hacer frente a unos estándares, especialmente medioambientales, más exigentes que los de los productos que llegan de Marruecos, Turquía o Latinoamérica.

Planas ha reconocido que tienen razón: «Yo sinceramente creo que sí, que hay un problema de competencia desleal». Y, de hecho, volverá a llevar este asunto a la capital comunitaria para la decisiva reunión del lunes con sus homólogos europeos. Sin embargo, el ministro ha reconocido que este tema no quedará cerrado en el Consejo de Ministros por una razón principal: no existe una mayoría favorable en los Veintisiete.

ADEMAS DEL RECHAZO DE LOS PAÍSES EUROPEOS QUE SON IMPORTADORES NETOS, LA OMC TAMBIÉN IMPONE ALGUNAS LIMITACIONES

Durante las últimas semanas, España ha tejido complicidades con sus países vecinos, como Francia o Portugal, para defender la generalización de estos mecanismos. Pero no es suficiente. A las economías del sur de Europa les interesa para frenar el descontento de sus agricultores, que se están viendo perjudicados por los productos más baratos que llegan de fuera. Sin embargo, otros países, que son importadores netos, rechazan esa posibilidad, para garantizarse, precisamente, unos mejores precios en sus respectivos mercados.

Además de las discrepancias entre las diferentes capitales, que impedirán que la propuesta apoyada por España salga adelante, existe otro problema para llevar las cláusulas espejo a la práctica. Se trata de las limitaciones impuestas por la Organización Mundial del Comercio (OMC), que exige que estos mecanismos estén debidamente justificados y se usen de forma proporcionada. Los motivos éticos o medioambientales suelen ser los más invocados. Planas ha puesto como ejemplo el reglamento europeo de deforestación, que ha causado algunos problemas a los agricultores comunitarios, pero también se ha esgrimido como justificación para imponer determinados límites a las importaciones de soja o carne bovina procedentes de terceros países.

De momento, el ministro de Agricultura considera que todavía queda mucho camino por recorrer en el ámbito comunitario antes de generalizar las cláusulas espejo en los acuerdos comerciales: «Aún no estamos ahí porque no hay una mayoría favorable».

Asimismo, ha rechazado entrar en la polémica sobre la llegada de productos marroquíes, justo unas horas después de la visita del presidente, Pedro Sánchez, a la capital de la monarquía alauita. «Es lógico y normal que tengan un arancel reducido para la Unión Europea», ha dicho, siempre que cumplan los contingentes de importación —el cupo máximo a un arancel reducido—, como está ocurriendo.

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