Jose Manuel de las Heras / Coordinador Estatal de Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos

 Más allá de la incertidumbre que está generando la situación de alarma sanitaria sobre el desarrollo ordinario de la actividad en el sector agrario – y de todos los sectores económicos en general – , empieza a extenderse la preocupación por los efectos que, una vez prorrogado el estado de alarma, esto tendrá en el flujo de intercambios comerciales internacionales agroalimentarios, en el presupuesto de la PAC  y sus consecuencias para el propio sector.

¿Pudiera ser que quizás lo urgente no nos esté permitiendo ver lo importante en el sector? Agricultores y Ganaderos andamos como locos estos días intentando con éxito dudoso que alguien nos explique qué pasa con los plazos administrativos de nuestros expedientes o cosas tan de diario como las normas para trasladar los trabajadores a las fincas con seguridad y sin miedo a ser sancionados, o si vamos a poder comprar suministros o reparar nuestros tractores con una cierta normalidad.

Pese a todo, no hemos dejado de trabajar ni un solo segundo, poniendo todos nuestros recursos para poder librar la batalla contra el virus, regando las calles de los pueblos con desinfectantes cuando hace falta y en lo ordinario trabajando de sol a sol para que las tiendas de alimentación nunca estén desabastecidas.

Vamos obteniendo la información que necesitamos con cuentagotas, un poco a base de ser preguntones a veces y de enfadarnos otras. No debería ser así. Tener instrucciones claras sobre estos asuntos de la gestión de un sector estratégico como la agricultura y la ganadería es fundamental y debería ser una prioridad más para el Gobierno.

Para que no haya una psicosis que nos lance a acumular alimentos no basta con decir que el suministro está garantizado, hay que garantizarlo de verdad,  estableciendo las medidas y mecanismos que eviten alteraciones e interrupciones en la actividad productiva. Por eso hemos pedido al Ministerio un Observatorio de la crisis que nos permita resolver dudas sin que nos mareen o nos den «recomendaciones» poco concretas, que son incluso contradictorias, en función de a quién preguntes. Urgente es. Veremos qué responden y cuándo.

Pero más allá de todo esto, insistimos en que además de lo muy urgente, está lo importante. Y lo importante para nosotros, además, obviamente, de la salud de todas las familias, es cómo nuestro sector agrario se va a ver afectado. Un sector muy vulnerable que, no lo olvidemos, hasta hace cuatro días evidenciaba con total contundencia problemas, entre ellos el de precios insostenibles, que lleva arrastrando desde hace mucho tiempo.

Hoy hemos aparcado, por responsabilidad, esas reivindicaciones haciéndonos uno con todos los ciudadanos, con los que juntos hemos de salir adelante de esta crisis con el menor coste posible, sobre todo en vidas humanas.

Sin embargo, el siete que va a dejar el coronavirus en el conjunto de la economía y, también en el sector agrario, va a ser grande y en aquello que podamos prevenir no debe pillarnos por sorpresa.

Países como Francia (¿no da rabia que tan a menudo tengamos que fijarnos en Francia?) ya han mostrado su preocupación por el “contagio económico” de la enfermedad a la agricultura y la ganadería y consideramos que este es el primer paso para empezar a estudiar medidas.

Según el diagnóstico preliminar del que nos informa el propio Ministerio de Agricultura español en su boletín de información exterior, inquietan fundamentalmente las consecuencias que la pandemia  pueda tener sobre sectores como el porcino, el lácteo o el de vacuno de carne.

En los dos primeros casos China es un gran importador y las compras en febrero han caído de forma importante. Una evolución similar se espera para las salidas de vacuno hacia el principal cliente francés, Italia. Lo que se teme desde Francia no es tanto una restricción al comercio de mercancías, como un bloqueo logístico por la falta de personal en los puertos y los medios de transporte. También se ha observado una ralentización de la actividad en los mercados de cereales y frutas y hortalizas.

Del veto ruso aún sufrimos consecuencias y vamos, en la recuperación  renqueantes. Si no queremos que esto se convierta en su versión 2.0, corregida y aumentada preparémonos antes.

Por otra parte, igualmente existe preocupación ante el hecho de que una buena parte de las materias activas fitosanitarias vienen de China y por el cierre de fábricas y la paralización de la producción que pueden, a su vez, interrumpir el flujo en la fabricación de productos fito en Europa, que ya se está frenando y que de prolongarse la situación podría plantear problemas.

Que no vamos a salir indemnes de esto, es algo que todos tenemos claro y cada Ministerio (junto con las Consejería correspondientes) en el ámbito de sus competencias  tendrá que empezar a analizar impactos, prever medidas y proveer fondos para paliar los efectos sobre trabajadores, autónomos y empresas. Y en esto estamos incluidos la gente del campo, que no queremos ser los primeros, pero que tampoco aceptaremos, como ha venido ocurriendo, que nos dejen en la cola de las prioridades.

Ahora, parar la infección es una labor de todos. Preparar las medidas para parar la crisis económica es una labor que debe impulsarse, sobre todo, desde el Gobierno.

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