Siete años después de su puesta en funcionamiento, los embalses Breña II y Arenoso «ya han tapado muchas bocas», dice el presidente de Feragua, José Manuel Cepeda. El líder de los regantes andaluces se refiere a «esos conservacionistas que dijeron que estas presas no se llenarían nunca, ni cumplirían función alguna, y sólo servirían para llenar los bolsillos de las constructoras».

A punto de finalizar de forma razonablemente satisfactoria la última campaña de riego después de cuatro años secos, los regantes son perfectamente conscientes que esta «normalidad» no hubiera sido en absoluto posible sin la puesta en marcha de estos embalses. «Desde al menos 2016 hubiéramos tenido fuertes restricciones que hubieran castigado duramente la actividad económica directamente asociada al regadío, y así como la actividad asociada de la agroindustria, y por otro lado, hubieran estado en peligro la economía de las 24.000 has de la cuenca del Almanzora en Almería, que reciben agua del embalse del Negratín», explica Cepeda.

Feragua espera que «estas enseñanzas» sirvan de lección para que las administraciones promuevan nuevos embalses

En concreto, Feragua valora en más de 1.000 millones de euros la actividad económica salvaguardada por los embalses Breña II y Arenoso en los dos últimos años secos – donde se hubieran dado fuertes restricciones si no hubieran estado operativas Breña II y Arenoso-, mientras que estas presas tuvieron un coste de 300 millones, que los regantes consideran completamente amortizada socialmente. «El tiempo lo pone todo en su sitio, y los datos son la mejor réplica a los conservacionistas que vaticinaron que estas presas nunca se llenarían ni cumplirían función alguna», explica el presidente de Feragua.

Previamente a los años secos, ambas ya demostraron su utilidad evitando inundaciones en las fuertes lluvias torrenciales que se produjeron en 2010. Feragua recuerda que la puesta en servicio de estos embalses a final de 2009 resultó providencial para almacenar un volumen de agua que no hubiera habido más remedio que verter al Guadalquivir en estos días, lo que hubiera disparado el caudal del río en los fuertes episodios de inundaciones de 2010.

Feragua espera que «estas enseñanzas» sirvan de lección para que las administraciones promuevan en las cuencas andaluzas nuevos embalses de regulación que permitan aportar los recursos necesarios para el regadío. En este sentido, recuerdan que aún con la Breña II y Arenoso, la situación de la Cuenca del Guadalquivir sigue siendo deficitaria, como ya es manifiesto en la situación actual, pues tras cuatro años medios-secos, los embalses se sitúan al 34,82% de capacidad, con el Sistema de Regulación General al 28,5%, algo que aboca a restricciones a partir del año que viene, salvo que venga un invierno y otoño muy lluvioso.

Feragua señala que el Pacto Nacional del Agua es una buena oportunidad para que el Ministerio comprometa con los usuarios la ejecución urgente de todas las obras de regulación incluidas en el 2ª Ciclo de la Planificación Hidrológica, fundamentales para seguir combatiendo la situación de déficit hídrico estructural de la Cuenca del Guadalquivir, que se pone de manifiesto periódicamente con los ciclos secos, y que afecta fundamentalmente a los usuarios de regadío, por cuanto los usuarios de abastecimiento disponen de unos sistemas de explotación con mayor garantía, reforzados por las garantías que los Planes Especiales de Sequia establecen en forma de reservas en los sistemas de regadío.

El presidente de Feragua subraya además que el cambio climático agranda la necesidad de estas nuevas obras regulación, al aumentar los períodos de sequía y también las lluvias torrenciales, frente a las cuales los embalses cumplen una función imprescindible de laminación de avenidas. «Esperamos que las administraciones tomen nota de los embalses Breña II y Arenoso y actúen con la determinación que merece y exige el sector del regadío, que tan relevante se ha mostrado para nuestra economía en estos años de crisis», asegura Cepeda.

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