Las organizaciones agrarias insisten en pedir más ayuda ante los problemas de rentabilidad que arrastraban antes del estado de alarma y a los que se han sumado las limitaciones comerciales y de movilidad de los últimos dos meses.

Desde la declaración del estado de alarma el pasado 14 de marzo para contener la pandemia del coronavirus, el sector agrario se ha mantenido como un pilar esencial para el abastecimiento de alimentos y ha continuado operando a pesar de las circunstancias «excepcionales».

«En estos dos meses la situación ha sido inicialmente bastante adversa para algunos sectores y sigue siéndolo para otros como el ganadero, el aceite, el vino, la patata, la cebolla y el porcino», asegura a Efeagro el presidente de Asaja, Pedro Barato.

El cierre de la hostelería ha sido el gran hándicap que ha tenido que soportar todo el sector durante el estado de alarma

Si en un principio saltaron las alarmas por la escasez de unos 100.000 temporeros para las campañas de recolección, poco a poco los requisitos de movilidad se han ido ajustando, aunque en algunas zonas ha quedado producto sin recoger, según Barato.

«La administración ha actuado con cuentagotas», afirma el responsable de Asaja, que pone de ejemplo la flexibilización de las medidas para el traslado en furgoneta a las explotaciones o el permiso de movilidad con contrato de trabajo.

Destaca también la reciente autorización de viaje proporcionada a unos 250 uruguayos encargados de esquilar miles de ovejas en España, después de que no pudieran hacerlo en abril, como otros años, por el cierre de fronteras.

Se trata de una de las pocas excepciones que ha permitido la llegada de extranjeros, mientras el Gobierno se ha centrado en fomentar la contratación de desempleados locales en el campo.

Otra de las causas de los problemas de rentabilidad es el cierre temporal de la restauración ha dificultado la comercialización de productos como el cordero o el cabrito, lo que ha llevado al Consejo de Ministros a aprobar una ayuda de 10 millones de euros para el ovino y caprino.

Barato considera esa medida «insuficiente» y reclama más ayudas por parte del Ejecutivo y de la Unión Europea.

La misma situación de precios y de problemas de rentabilidad que cuando salió todo el campo a la calle

El secretario general de COAG, Miguel Blanco, recuerda que antes del estado de alarma los agricultores habían protagonizado semanas de movilizaciones, desconvocadas después por la pandemia.

Asegura que los problemas por los que protestaban entonces, como los bajos precios pagados en origen y la caída de las rentas, continúan «agravándose», entre otros motivos porque los costes han aumentado con las restricciones a la movilidad y el gasto en productos sanitarios.

«Mientras caen los precios en origen, aumentan los precios al consumidor», critica Blanco.

Los últimos datos recogidos por COAG reflejan que el precio en el punto de venta multiplicó por 4,9 el que percibieron los agricultores en el campo en abril, con descensos mensuales en los precios en origen de productos como la cebolla, el pepino, el pollo, el cordero y el fresón.

El Índice de Precios al Consumo (IPC) de los alimentos frescos repuntó en abril un 2,6 % mensual, con un precio de las legumbres y hortalizas frescas disparado (+10,4 %).

Blanco acusa a otros actores como la distribución de haber aumentado sus márgenes de beneficio, sin que las recientes modificaciones realizadas a la Ley de la cadena alimentaria hayan «surtido efecto».

«Se nos está abandonando por parte de la UE en este momento de crisis, no hay partidas presupuestarias específicas», dice Blanco, que considera que «no se puede consentir un mínimo recorte de las políticas comunitarias y menos en esta etapa».

La lista de afectados es muy larga, la flor, el aceite, el vino, la ganadería… ahra falta que Europa se dé cuenta y ayude

Desde UPA, su secretario general, Lorenzo Ramos, afirma que en estos dos meses la labor en el campo se ha podido ejecutar con «cierta normalidad», aunque en el inicio hubo dudas y problemas con los desplazamientos a las fincas que finalmente fueron resueltos.

Para Ramos, la parte negativa se la han llevado los alimentos cuya salida está muy vinculada a la restauración (cochinillo, cordero, ibérico o quesos premium), por lo que coincide en reivindicar la necesidad de que se les ayude con más iniciativas, aparte de las anunciadas por Bruselas o por el Gobierno central. para acabar con los problemas de rentabilidad del sector.

Los productores de flores y plantas son, asimismo, otros de los más afectados porque han perdido campañas importantes como la Semana Santa, el Día del Padre o el Día de la Madre y para ellos Ramos reclama ayudas directas como ha hecho Holanda.

La preocupación, dice el responsable de UPA, se extiende también al aceite de oliva o al vino, por lo que espera que la desescalada y la progresiva recuperación permita «poco a poco» ir normalizando el comercio de todos estos productos agroalimentarios.

Ha sido un tiempo en el que Ramos sí ha visto reconocimiento por parte de la sociedad a la importancia del sector primario por asegurar la producción de alimentos y servir de «refugio» laboral en época de crisis.

Espera que la Unión Europea «sepa entenderlo» así para que no aplique rebajas en el presupuesto de la futura Política Agraria Común (PAC).

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