Irene Guillén Luna / Ingeniero Agrónomo e Ingeniero Técnico Agrícola

De no gustarme el vino a ser fiel seguidora de los caldos elaborados con la variedad Monastrell tan solo transcurren casi 10 años. Ese espacio de tiempo me ha permitido, después de recorrer distintas zonas productoras de vinos, a confiar en la bondad de esta variedad, en lo que es capaz de ofrecer tanto en nariz como en boca.

Al principio, al igual que muchos murcianos como yo, menosprecie sus posibilidades para ofrecer vinos de tan excelente calidad como el monovarietal que elaboran hoy algunas bodegas de la zona productora por excelencia de la monastrell, como es la Región de Murcia, con sus tres Denominaciones de Origen, DOP Jumilla, DOP Bullas y DOP Yecla.

Si bien, ya me sorprendió en coupages con variedades foráneas como syrah, merlot, cabernet sauvignon, de cuyo ensamblaje se obtenían vinos ricos en color y de taninos, los intentos de algunas bodegas murcianas por demostrar que la variedad Monastrell podía dar lugar a vinos de mayor envergadura por sí sola, me ha sorprendido gratamente pudiendo afirmar sin ningún complejo que ME GUSTA LA MONASTRELL.

Sus vinos me han cautivado por su fuerte color violeta oscuro, conseguido de las muchas horas de luz que tiene esta Región y que confieren a estos caldos una alta carga fenólica, así como, elevados porcentajes de resveratrol, el mejor antioxidante para el ser humano. Se trata de una variedad que confiere a sus caldos dulzura aterpeciolada, con aromas a uvas maduras casi pasificadas y sabor potente y frutoso, que a su paso por barrica dulcifica sus taninos.

A nivel de cultivo, ya me cautivo su adaptación a las condiciones de sequía de la Región, que  confieren al racimo un tamaño menudo, fuerte y compacto, y le permite aguantar en campo esas muchas horas de sol a las que se ve sometida, haciendo de ella una variedad de uva fuerte y densa, incluso capaz de sobremadurar en la cepa en condiciones meteorológicas benignas.

No he de negar que también me gusta el resultado de una buena elaboración a base de la variedad tempranillo, sin embargo la monastrell, nuestra monastrell, y digo bien pues es la principal variedad cultivada en esta Región, me sigue sorprendiendo al escuchar y leer en distintos medios que una cepa vieja de esta variedad siempre da buen vino. Esto solo se consigue, si detrás de años de investigación en índices de calidad como materia vegetal, raíces, iluminación, poda, aireación, uso del potasio, suelo, sanidad, fitosanitarios y vendimia, hay un sector fuerte creyente en sus posibilidades.

Ya en el inicio de mi trayectoria profesional, cuando andaba supervisando el arranque de viñedos por campos del Altiplano y Noroeste murciano, esta variedad apuntaba maneras sin llegar a convencer, para después de 25 años, la segunda variedad más cultivada a nivel nacional, y la primera a nivel regional, la MONASTREL, ha conseguido labrarse un excelente porvenir en el sector vitivinícola mundial, gracias al empeño, coordinación y esfuerzo realizado por del mundo vitícola regional.

Hoy y después de leer el artículo publicado en la dirección de internet  http://codigounico.laverdad.es/business-class/coleccionista-kenneth-bleifer.html, sobre Ken Bleifer, un reputado nefrólogo del Health Sciences Campus, en Los Ángeles, que día a día, tras quitarse la bata blanca en su consulta, se dedica a guardar botellas de vino y champán de todo el mundo, le recomendaría buscara vino hecho con la variedad monastrell, y si ese vino procede de las bodegas que lo elaboran en las tres denominaciones de origen de la Región de Murcia, mejor que mejor, pues cuenta con cualidades para ser una buena inversión de futuro.

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