ASAJA ha reunido a representantes del sector agrario, la Administración, la investigación y la empresa en una jornada dedicada a “Energía, ciencia y soberanía alimentaria”, organizada junto a Corteva Agriscience. Durante el encuentro se abordaron tres grandes ejes de futuro para el campo: la bioenergía, las nuevas técnicas de edición genética y el bio control como herramienta de sanidad vegetal, dejando claro que sin ciencia e innovación no habrá soberanía alimentaria en Europa.

La jornada, inaugurada por Pedro Barato, presidente nacional de ASAJA, puso de manifiesto que la innovación científica y tecnológica debe situarse al servicio del productor agrario. “No se puede construir una agricultura moderna prohibiendo más rápido de lo que se innova”, señaló, reclamando reglas claras, estabilidad regulatoria y una fiscalidad justa para impulsar la competitividad del sector.

Manuel Melgarejo, Presidente de Corteva Agriscience para España y Portugal recalcó que “desde Corteva, mantenemos un firme compromiso con los agricultores y con una colaboración abierta con las instituciones y administraciones para dotar de herramientas suficientes al campo. Pero para ello, necesitamos un marco legislativo con criterios basados en la ciencia, predecible y claro, que permita avanzar con confianza hacia una agricultura más sostenible, productiva y resiliente”.

EL CAMPO COMO ALIADO DE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Los ponentes coincidieron en que la agricultura y la ganadería pueden convertirse en aliadas estratégicas de la autonomía energética europea, especialmente a través del desarrollo del biogás y los biocombustibles.
El presidente de ASAJA Castilla y León, Donaciano Dujo, subrayó que “el biogás y la bioenergía son una oportunidad para el campo, siempre que exista rentabilidad y seguridad jurídica”.

Advirtió de que los agricultores “están dispuestos a producir energía además de alimentos, pero necesitan normas claras, trámites ágiles y proyectos bien explicados al territorio”.

Desde la plataforma Crecemos, Marcos Camino defendió que el campo español dispone del potencial necesario para suministrar materias primas sostenibles a la producción de combustibles renovables, siempre que se garantice una “hoja de ruta estable, incentivos fiscales y unidad de mercado”. En la misma línea, Genia Bioenergy insistió en que los proyectos deben desarrollarse “con transparencia, a escala local y con beneficios compartidos para agricultores, ganaderos y municipios”.

LA BIOTECNOLOGÍA, CLAVE PARA LA COMPETITIVIDAD EUROPEA

El segundo bloque, centrado en las nuevas técnicas de edición genética (NGT), reunió a representantes del Ministerio de Agricultura, del CSIC y de la Universidad Politécnica de Valencia. Todos coincidieron en que Europa no puede permitirse perder el tren de la innovación biotecnológica, que ya avanza en Estados Unidos, Japón, China o Brasil.

La responsable ministerial Ana Judith Martín de la Fuente defendió que España “seguirá trabajando para que la regulación europea se base en la ciencia y no en el miedo”, mientras que el catedrático José Miguel Mulet subrayó que “el CRISPR no es un transgénico, es una herramienta de precisión que permite mejorar la resistencia de las plantas al clima o a las plagas sin alterar su naturaleza”.

El investigador del CSIC Antonio Granell alertó de que “si Europa no crea un entorno jurídico favorable, la investigación se marchará a otros continentes”. Los expertos coincidieron en que la biotecnología es esencial para desarrollar cultivos más productivos y resilientes ante la sequía, las altas temperaturas o la reducción de fertilizantes.

BIO CONTROL: NUEVAS SOLUCIONES SIN RENUNCIAR A LOS FITOSANITARIOS

El tercer panel analizó el auge del bio control y su encaje dentro de la estrategia europea de sostenibilidad. El Ministerio de Agricultura defendió que las soluciones biológicas “son un complemento, no un sustituto”, y alertó de que “no existe una única herramienta capaz de reemplazar al control químico convencional”.

El agricultor y técnico de ASAJA Almería Miguel Ángel Serrano recordó que la lucha biológica “funciona gracias a la integración con tratamientos químicos selectivos”, y que la experiencia del modelo almeriense demuestra que “la rentabilidad y la sostenibilidad pueden ir de la mano”.

El CSIC, por su parte, destacó la necesidad de “mantener una caja de herramientas amplia”, que incluya control biológico, productos químicos, feromonas o nuevas tecnologías como el RNA interferente, además de mayor agilidad en la transferencia del conocimiento científico al agricultor.

INNOVACIÓN Y SENTIDO COMÚN PARA UN CAMPO COMPETITIVO

La jornada concluyó con un mensaje compartido: la soberanía alimentaria en Europa depende de una agricultura innovadora, rentable y libre de trabas burocráticas. Los expertos reclamaron seguridad jurídica, inversión en I+D, colaboración público-privada y una fiscalidad adaptada a quienes producen de forma sostenible.

“Los agricultores no somos el problema, somos parte de la solución”, resumió Pedro Barato, quien llamó a aprovechar las oportunidades que ofrece la ciencia para garantizar el futuro del campo, “con sentido común y con el compromiso de mejorar la vida de quienes producen y de quienes consumen”.

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