Los agricultores de secano, especialmente de cereales, han podido preparar con más calma las tierras para la siembra tras las últimas lluvias y ante la previsión de un otoño más húmedo de lo normal, si bien afrontan con incertidumbre el final de la campaña por la irregularidad del clima.

El decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias, Francisco González, ha explicado a Efeagro que las lluvias de las últimas semanas han podido beneficiar al campo español, que venía arrastrando los efectos de la sequía, salvo en las zonas que han sufrido inundaciones y otras inclemencias.

A diferencia de otros años en los que las precipitaciones se hacían de rogar, las que han caído recientemente han permitido a los agricultores preparar «tranquilamente» a lo largo de septiembre las tierras para la siembra de cultivos que ocupan grandes superficies, como ciertos cereales y leguminosas.

«Es muy importante que las lluvias acompañen para que estos cultivos de secano puedan empezar a desarrollarse y lleguen al invierno en un estado vegetativo de desarrollo suficiente para que el frío no los dañe», ha precisado el también profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid.

INCERTIDUMBRE MÁS ALLÁ DEL OTOÑO

La Agencia Española de Meteorología (Aemet) prevé un otoño meteorológico (entre septiembre y noviembre) más húmedo de lo normal, con un 50% de probabilidades de que el trimestre sea más lluvioso de lo habitual frente a un 20% de que sea más seco.

Falta por saber, no obstante, si se cumplirán esas predicciones y qué pasará durante el resto del año.

«Si los agricultores de secano tienen las lluvias de otoño como este año, siembran y se anticipan, luego puede ocurrir que esos cultivos que han avanzado bastante por haberlos sembrado pronto también pueden tener problemas al final de la cosecha», si de repente llegan olas de calor como la del pasado abril y si falta agua al final del ciclo, ha apuntado González.

El decano ha reconocido que hacer recomendaciones frente a la irregularidad climática es «bastante complicado».

Una opción consiste en recurrir a variedades más tempranas que acorten el ciclo productivo para que, cuando lleguen los periodos de calor de forma anticipada, la cosecha esté finalizada.

ADAPTACIÓN A LARGO PLAZO

También hay que tener en cuenta que, como sostiene el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), las temperaturas tenderán a ascender y las precipitaciones serán menores en la zona mediterránea en el futuro.

El experto ha considerado que se requieren nuevas variedades más adaptadas a las nuevas condiciones climáticas con el fin de lograr cosechas con menos pluviometría en cultivos como el trigo, la cebada, las lentejas o los garbanzos.

Aparte de los trabajos científicos en marcha, González ha expresado su confianza en los resultados que puedan dar las nuevas técnicas de edición genética en la adaptación al clima y la mejor resistencia a las enfermedades y plagas, entre otros ámbitos.

«Se estima que para 2050 el trigo, que es el cultivo alimentario más importante, disminuirá su cosecha un 15 o 20% con las variedades actuales, pero se supone que en esa fecha se habrán conseguido variedades con una capacidad de adaptación mayor», ha afirmado el decano del Colegio de Agrónomos de Centro y Canarias.

Además de la investigación y el desarrollo tecnológico, los productores necesitan conocer las mejores técnicas y las menos costosas en el manejo agronómico habitual de los cultivos e incluso frente a eventos meteorológicos extremos cada vez más recurrentes como las lluvias torrenciales.

En ese sentido, González ha recomendado a los agricultores de secano adoptar técnicas de la agricultura de conservación para, por ejemplo, intentar mantener las tierras con cubierta vegetal el mayor tiempo posible y reducir así la erosión del suelo.

La limpieza del cauce de los ríos también es fundamental, manteniendo limpios los cauces de desalojo del agua de las parcelas, con vistas a reducir el riesgo de inundaciones y los daños en la agricultura.

(Texto: Belén Delgado / Efeagro)

×