Las lluvias que ha traído consigo el otoño están teniendo repercusión directa en la agricultura y ganadería de nuestra la de Cádiz. Además de retrasar notablemente la recolección del algodón, que en muchas parcelas aún sigue en la mata esperando secar (sobre todo la segunda recogida), otro cultivo tradicional se ve afectado por las aguas caídas recientemente. Se trata de la remolacha azucarera, que comienza un nuevo ciclo con la preparación de los terrenos para la siembra. Al retrasarse el algodón y llegar las lluvias al mismo tiempo, a diferencia de otros años, los terrenos no han estado listos para la siembra de remolacha que, normalmente, empieza a sembrarse en octubre y noviembre.

Por este motivo, los remolacheros se encuentran este año en una encrucijada y con el riesgo de cultivar una remolacha tardía, que es menos productiva si el invierno viene con bajas temperaturas, lo que afecta directamente a su desarrollo fenólogico.

Trabajos para La siembra de remolacha

Y es que, para conseguir una buena producción de remolacha es necesario realizar un alzado lo más profundo posible (35-45 cm) para enterrar rastrojos del cultivo anterior, facilitar un buen desarrollo posterior de las raíces y conservar la mayor cantidad posible de agua de lluvia. La labor de alzado se completa con uno o dos pases de grada o cultivador, según las necesidades del terreno, con el objetivo de desmenuzar los terrones formados en el alzado. El gradeo suele tener una profundidad de 10-15 cm, siendo conveniente aprovechar esta labor para enterrar el abono de fondo.

Todo este trabajo necesario y previo a la siembra se ve retrasado a causa de las lluvias, por lo que la campaña de remolacha ya empieza este año con mal pie, con los inconvenientes de una siembra más tardía, lo que se suma a los ya importantes hándicap que tienen que sortear los remolacheros, que cada vez son menos en la provincia de Cádiz ante una rentabilidad que merma año tras año.

Una situación sobre la que COAG Cádiz ha llamado la atención en numerosas ocasiones, denunciando además los importantes perjuicios económicos que están sufriendo los remolacheros  gaditanos por la discriminación de este cultivo andaluz con respecto al del norte de España en el reparto de las ayudas PAC.

Ante este panorama, muchos agricultores de la provincia están pensando seriamente en no sembrar remolacha y optar por otros cultivos que generan más expectativas de rentabilidad, por lo que piensan en sembrar algodón, cereales o incluso hortícolas, como alternativas de cultivo por las que, probablemente, optarán algunos de los hasta ahora remolacheros.

Jacinto Carrasco es uno de ellos, ya que debido a las últimas lluvias, que han coincidido con la tardanza de la campaña del algodón (también motivada por las abundantes lluvias y bajas temperaturas de la primavera), ha pasar de la siembra de remolacha este año. “Ya están los precios de la remolacha al límite como para encima arriesgarme con una remolacha tardía. No me ofrece garantía”, dice con convencimiento. “No voy a sembrar para que me cueste el dinero”, añade.

Jacinto Carrasco lo tiene claro. Este año no se podrán contabilizar sus hectáreas (6,5 en la pasada campaña) en la superficie de remolacha azucarera de la provincia de Cádiz. A diferencia de él, hay agricultores que aún se lo están pensando y alguno que incluso ya ha sembrado, al tener la tierra preparada tras un cultivo de pipas.

Éste es el caso de Inés González, agricultora que sigue apostando por este cultivo, del que ha sembrado más de 13 hectáreas en Torremelgarejo y El Torno. “Sembramos la semana pasada porque las tierras las teníamos listas. Lo que sí es cierto es que este año vamos a cultivar unas cuatro hectáreas menos que la pasada campaña, a causa de que una de nuestras parcelas ha tenido algodón y, como le ha ocurrido a otros compañeros, allí no hemos podido sembrar”.

Entre las distintas decisiones de Inés González y la de Jacinto Carrasco se encuentra la indecisión de Juan Caro: “No lo tengo claro aún. Voy a esperar como máximo hasta el día 23, a ver si deja de llover y da tiempo a preparar bien la tierra.  Y ya me estoy arriesgado mucho”. Y es que la siembra de remolacha tardía corre el riesgo “de no dar suficientes kilos por hectárea (100.000 kilos), lo que supondría muchas pérdidas”.

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