Tim Cullinan / presidente de la IFA (Irish Farmers Association), primer vicepresidente del Copa y productor de porcino

La invasión rusa de Ucrania ha perturbado numerosos mercados y cadenas de valor a nivel mundial. Además de los productos energéticos y agrícolas que se han analizado y comentado ampliamente, hay otro mercado en el que la guerra está teniendo un gran impacto en la agricultura europea: los fertilizantes.

Los fertilizantes constituyen un insumo importante en la producción de cultivos, especialmente en los cereales, las oleaginosas y las proteaginosas, donde solían representar el 17% de la facturación global y el 42% de los costes específicos. Esto fue así hasta 2021, cuando se produjo una primera crisis: una crisis de demanda a raíz de la recuperación mundial post-pandémica. En este sentido, el precio al por mayor de la UE para la solución de nitrógeno experimentó una subida del 250% entre enero de 2021 y febrero de 2022. A pesar de las dificultades del mercado, los agricultores de la UE han podido abastecerse de la mayor parte de los fertilizantes necesarios para esta campaña. Sin embargo, el precio extra que hemos tenido que pagar no se ha visto compensado por el moderado aumento del precio de los cereales que se da desde mediados de 2021. Todos mis colegas europeos están ahora preocupados, ya que es probable que sus ingresos para la campaña de 2022 se reduzcan drásticamente.

Desde la invasión rusa el 24 de febrero, los mercados de fertilizantes asisten a una nueva crisis, esta vez una crisis de suministro. Han cesado las exportaciones de fertilizantes desde Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Como la UE depende de las importaciones de fertilizantes y los tres países juntos representan el 43% de nuestras importaciones de fertilizantes, los precios han dado otro salto a niveles sin precedentes, muy por encima de los ya elevados precios de antes de la guerra. El precio de la solución nitrogenada está ahora un 370% por encima del nivel de enero de 2021. Y lo peor está por llegar, ya que se espera una escasez de suministro en la próxima temporada que comienza en mayo. Una fertilización insuficiente supondrá una pérdida de rendimiento en la próxima cosecha.

Una respuesta europea que aporta pocas soluciones a corto plazo

Desde el 24 de febrero, las autoridades europeas han sido bastante activas en lo que respecta a la crisis que afecta al mercado de la energía y los cereales. El 5 de marzo, la Comisión Europea publicó el plan REPowerEU, que aborda los mercados del petróleo, del gas y de la electricidad, y propone medidas a corto y largo plazo. Asimismo, el 23 de marzo, la Comisión publicó su Comunicación sobre seguridad alimentaria, que incluye medidas inmediatas y a largo plazo destinadas a aumentar la producción de alimentos de la UE y apoyar a los ganaderos y agricultores afectados por los altos precios de los insumos.

Sin embargo, hasta ahora Europa se ha quedado corta a la hora de abordar el aumento de los precios de los fertilizantes en la UE o el riesgo de escasez de los mismos, que se refiere esencialmente a la urea, las soluciones nitrogenadas, los fosfatos y la potasa. Aparte de los objetivos a largo plazo para reducir la dependencia de la UE del gas y de los fertilizantes importados y de las ayudas directas a los agricultores y a la industria de los fertilizantes a corto plazo, la comunicación de la Comisión Europea no trata los desequilibrios estructurales que existen en el mercado de los fertilizantes. La comunidad agrícola de la UE lleva años pidiendo un cambio. Existen soluciones políticas inmediatas a nivel comunitario que podrían ponerse en marcha para aliviar la presión sobre los mercados de fertilizantes de la UE.

Nitrógeno: Aunque la Unión Europea es autosuficiente en nitrato de amonio, las importaciones en la UE representan el 36% del consumo de urea y el 30% de la solución nitrogenada. Además, el 34% de las importaciones de urea procedían de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, mientras que en el caso de la solución de nitrógeno el porcentaje era del 45%, lo que supone un alto riesgo de escasez en los próximos meses. El mercado de nitrógeno de la Unión está protegido por unos derechos de importación del 6,5%, lo cual se ve agravado por los impuestos antidumping específicos que afectan a la solución de nitrógeno de dos de los principales exportadores mundiales: Trinidad y Tobago y Estados Unidos. Como consecuencia, los proveedores tienen un claro incentivo para abastecer otros mercados en lugar de Europa. Para evitar la escasez, la UE debe suspender urgentemente los derechos de importación y antidumping sobre la urea y las soluciones nitrogenadas. Otras medidas complementarias a corto plazo deberían incluir la garantía de los flujos de productos de los exportadores vecinos (especialmente la urea de Egipto y Argelia), la concesión de flexibilidad en los documentos de importación relacionados con REACH, y la promoción del uso de fertilizantes complementados con inhibidores de la ureasa y la nitrificación que mejoran la eficiencia, permitiendo a los agricultores utilizar un 15% menos de nitrógeno por término medio.

Fosfatos y potasa: Las importaciones representan la mayor parte del consumo de la UE de roca fosfórica y potasa, y el 33% de las importaciones de roca fosfórica solían proceder de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, mientras que el porcentaje era del 54% en el caso de la potasa. Esto también conlleva un alto riesgo de escasez de suministro de cara a la campaña 2022-2023. Dado que las importaciones de la UE están libres de impuestos, las acciones urgentes incluyen asegurar el suministro de países exportadores alternativos (Marruecos, Argelia, Egipto, Israel, Senegal y Sudáfrica para los fosfatos; Canadá, Israel y Chile para la potasa), así como retrasar la aplicación del Reglamento Europeo de Comercialización de Fertilizantes que impediría el acceso o generaría mayores costes para acceder a los fosfatos del norte de África en comparación con otros usuarios como Brasil.

Abonos orgánicos: Los agricultores no sólo utilizan abonos minerales, sino que también producen y utilizan abonos orgánicos, como paja, estiércol y digestato de plantas de biogás. La Directiva sobre los nitratos establece límites para el nitrógeno procedente del estiércol que puede aplicarse anualmente en 170 kg/ha, lo que conduce a una distinción injustificada entre la materia orgánica procedente del estiércol del ganado y otras fuentes orgánicas.

Reducir la dependencia de las importaciones de fertilizantes: un objetivo compartido a medio plazo

A medio plazo, Europa debería esforzarse para reducir su dependencia de las importaciones de fertilizantes, como se menciona acertadamente en la Comunicación de la Comisión del 23 de marzo. Existen medidas destinadas tanto a disminuir el consumo como a desarrollar las fuentes europeas de abonos, pero tardarán en establecerse. Estamos de acuerdo con la Comisión Europea en que la limitación de las necesidades de nitrógeno debe lograrse mediante un amplio desarrollo de la tecnología de la agricultura de precisión, al tiempo que se utilizan variedades de plantas y leguminosas más eficientes (y quizás otros cultivos en el futuro) que puedan realizar la fijación simbiótica del nitrógeno desde el aire.

En cuanto a la oferta, Europa debería acelerar el desarrollo de fertilizantes minerales nitrogenados producidos a partir de hidrógeno verde local, así como mejorar el reciclaje de nutrientes a partir de fuentes orgánicas locales (estiércol de ganado, biocarbón, residuos, etc.).

Por otra parte, algunas regiones tienen excedentes de materia orgánica, mientras que otras son deficitarias. Es esencial ofrecer más incentivos para apoyar las inversiones en el reciclaje de nutrientes en la materia orgánica y el estiércol y romper las barreras administrativas para facilitar el suministro de materia orgánica desde las regiones con excedentes a las deficitarias de la UE. Por ejemplo, cuando los digestatos son alterados de alguna manera, como el compostaje o la separación líquido-sólido, vuelven a ser considerados como residuos y no como material componente de producto fertilizante que entra en el ámbito de aplicación del Reglamento comunitario de Productos Fertilizantes, lo que va en contra de una correcta gestión de este tipo de material y de la economía circular.

La elaboración de una política europea de fertilizantes a largo plazo es un paso clave para limitar nuestra dependencia de los insumos agrícolas importados, aumentar la resistencia de la cadena alimentaria y mejorar la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, los responsables de la toma de decisiones también deben hacer frente a las amenazas a corto plazo y tomar medidas inmediatas y de emergencia para facilitar las importaciones de fertilizantes y evitar la previsible escasez de este insumo crítico en los próximos meses.

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