Irene Guillén Luna / Ingeniero Agrónomo y Expresidenta del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Murcia.

En mi condición de mujer, haber nacido en el mundo rural y tener como profesión una actividad que, aunque considerada como de servicios está muy vinculada con el medio rural, asumo el reto de ser objetiva al hablar sobre la Mujer rural, algo que con toda seguridad me va a resultar muy difícil.

Como cualquier mañana de domingo, antes, tan siquiera, de desayunar, envió saludos vía Whatsapp a mi grupo de compañeros de carrera y de la EGB, y justo en ese momento se me ocurre pedir en ambos grupos su definición para MUJER RURAL.

Todos mis compañeros de profesión y también de mi infancia coinciden en definir a la mujer rural como aquella que vive en tal entorno. No distinguen entre aquella que es agricultora/ganadera de la que no lo es. Mujer rural es aquella que desarrolla su vida en el medio rural (pueblo, aldea pedanía, caserío).

Encontrar en internet la definición de medio rural, resulta bien fácil, y encuentro entre otras la que a continuación se expone: “Comunidad rural se da cuando por su oferta de recursos naturales sus habitantes logran desarrollar un sentido de pertenencia la territorio tal que se disponen a construir una sociedad sobre la base de dichos recursos”. Esta definición, permite diferenciar entre lo agrario y lo agrícola, pues mientras lo primero incluye todo lo rural lo segundo se limita a la agricultura.

En ese medio rural donde tuve la suerte de nacer y al que aún sigo vinculada, la mujer desarrolla un trabajo silencioso y sosegado, muy relacionado con la actividad agraria, aunque este catalogado como del sector servicios; y sea, solamente por su contribución al asentamiento poblacional del núcleo. En ese contexto, y no en el de servicios, es donde debemos ubicar a la mujer rural, la cocinera de la casa de comidas para llevar del pueblo, la limpiadora del colegio, la cuidadora de enfermos, niños o personas de la tercera edad, las asistentas del hogar, profesora de enseñanza primaria, de secundaria, de música,…… Todas ellas contribuyen al asentamiento de la población en el núcleo rural y está en nuestras manos que esto siga siendo así.

Uno de los aspectos más llamativos del medio rural español es la situación de masculinización del mismo, consecuencia de la mayor emigración femenina hacia las áreas urbanas, teniendo en cuenta la existencia de:

  • Mayor desigualdad, relacionada con un contexto de mercados laborales restrictivos para las mujeres rurales.
  • Ausencia de la visualización del trabajo de la mujer en el campo.
  • Menos precio hacia todo lo rural con la consiguiente sombra sobre el relevo generacional.
  • Desconsideración hacia las iniciativas empresariales de las mujeres cuestionando su profesionalidad, dejándolas sin voz ó ignorando sus aportaciones para de seguido masculinizarlas y hacerlas propias.
  • Ausencia de la mujer en la toma de decisiones.

Todo ello se traduce en una grave consecuencia para el campo que es la ausencia de relevo generacional que según un reciente diagnostico a la situación del campo, ha dado como resultado un titular periodístico como el de “La España rural se muere”.

En este sentido, y también a nivel nacional, las mujeres representan más de un tercio de las personas que trabajan en las explotaciones agrarias familiares, pero en la mayor parte de los casos, tan sólo los hombres figuran como titulares de las explotaciones, mientras que las mujeres aparecen como cónyuges en la categoría de “ayuda familiar”. Pese a que la inmensa mayoría de las mujeres agricultoras comparten las tareas agrícolas de las explotaciones familiares con sus parejas, estas actividades son vistas como una extensión de sus tareas domésticas y de cuidados –rol reproductivo-.

La situación es agonizante para la España rural, puesto que casi el 60% de los pueblos españoles han perdido población desde principios de siglo, y prácticamente la mitad están directamente en riesgo de extinción, según un informe de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

Si bien, en la Región, la tendencia es bien distinta, solo cinco de las 45 localidades de la comunidad se enfrentan a la despoblación, con una pérdida de habitantes durante elperiodo 1999-2015. Se trata de Aledo, Moratalla, Ojós, Ricote y Ulea. Los otros 40municipios de la Región han visto incrementado el número de vecinos, y en 32 de ellos el aumento es superior al crecimiento demográfico nacional.

Esta situación nos lleva a poder afirmar afortunadamente que en nuestra Región cada vez son menores las diferencias de oportunidades para los habitantes de su entorno rural, aunque aún quedan núcleos donde la llegada de energía eléctrica, agua corriente, la presencia continua de un maestro que enseñe a sus niños o la de un medico que cuide de la salud de ese núcleo rural sea aun un sueño, sobre todo dependiente del número de habitantes con los  que cuente, hace viable o inviable el despoblamiento de las zonas rurales.

Resulta paradójicas  estas últimas aseveraciones al comprobar la existencia de ciertos complejos a la hora de asumir la condición de pertenencia al medio rural que te da la suerte de de haber nacido y crecido en ese entorno,  tan peculiar y activo como el de nuestra Región, en el que la calidad de vida es un aspecto muy positivo a considerar, tan solo sea por esos privilegios sensitivos que nos ofrece el mundo rural.

Para mí la mujer rural de esta región es primorosa, trabajadora nata, imaginativa, ingeniera, independiente, creativa, audaz, enérgica….., etc. Su entorno estimula su instinto en la búsqueda de alternativas que acerquen a los suyos privilegios del medio urbano, y por ello, sólo tenemos que ayudarlas a creer en ese mundo de oportunidades que les brinda su entorno, poniendo en valor su contribución al desarrollo de la comunidad.

Para paliar parte de esta situación y a efectos de hacer visible la actividad de la mujer en el campo aparece la Ley de titularidad compartida de 2011, la misma que ha resultado un FRACASO en 7 años de vigencia como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto incluidas trabas burocráticas de efectos recaudatorios. Tanto es así que en nuestra región solo una mujer ha hecho uso de este derecho, mientras que la cifra se eleva a 200 en todo el territorio nacional

Estos datos empujan a exigir a nuestros políticos y dirigentes revalorizar el medio que proporciona bienestar en nuestra Región, como es la agricultura, ganadería, pesca y silvicultura, con medidas que empoderen la posición de la mujer como principal elemento del asentamiento poblacional de nuestros pueblos.

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