La grave sequía que afecta a Andalucía ha llevado a algunos agricultores a sacrificar parte de sus plantaciones de aguacates para salvar el resto y complica la producción de la aceituna de mesa, ya que el fruto no engorda lo suficiente y se arruga por la escasez de agua.

En la Axarquía malagueña, una de las principales zonas productoras de aguacates y mangos en España, el pantano de La Viñuela se encuentra por debajo del 13% de su capacidad, y todas las fincas en general tienen dificultades, ha explicado a Efe el presidente en funciones de la Asociación Española de Tropicales, Domingo Medina.

Este problema es más acuciante entre los que tienen aguacates, un cultivo que «necesita más agua y resiste menos el estrés hídrico», por lo que las plantas están «sufriendo mucho», pues incluso los pozos de los que disponen algunos agricultores o el agua regenerada tiene concentraciones muy altas de sales, lo que repercutirá en el menor tamaño de los frutos.

PODAS SEVERAS O ARRANQUES

Ante esta situación, «hay quien está arrancando la planta entera» para replantar más adelante y también el que está haciendo «podas severas», con lo que previsiblemente perderá cosechas durante dos años hasta que los árboles vuelvan a su estado anterior, ha indicado.

El propio Medina ha tenido que tomar medidas drásticas en una de sus plantaciones de aguacates situada en Vélez-Málaga, al ver en mayo que no habían logrado llenar una balsa en la que almacenan el agua de un pozo que solo suministra en invierno y que las precipitaciones «iban a ir a menos o nada».

Por eso decidió el arranque de unos 1.500 árboles, que ocupaban en torno a 3 de las 15 hectáreas de la finca, unos árboles que podían llevar unos 35 años, para asegurar la supervivencia de otros 6.000.

Eran árboles viejos, en los que la calidad del fruto empieza a bajar y los costes de recolección aumentan porque la planta es muy alta, pero de no ser por la sequía «no se arrancan», ha admitido.

Conforme pasa el tiempo, los cálculos de la asociación que apuntaban a la pérdida de un 35 por ciento de la producción se quedan obsoletos y ya se prevé que la campaña de aguacate de 2022/23, que arranca en noviembre y se prolongará hasta marzo, sea la mitad de la última cosecha en la Axarquía, hasta situarse en unas 20.000 toneladas.

El mango, cuya recolección empieza en unas semanas, resiste mejor, pero el riego ahora tampoco está ajustado a las necesidades del árbol. «Podíamos tener una cosecha récord pero nos vamos a quedar en el nivel del año pasado, en torno a 25.000 o 30.000 toneladas», ha detallado.

El responsable de Frutas y Hortalizas de Asaja Málaga, Benjamín Faulí, ha apuntado que la situación es «bastante complicada» en la zona de la Axarquía, mientras que en el resto de la provincia las lluvias de la primavera permitieron recuperar los acuíferos y salvaron otros cultivos, como los cítricos en el Guadalhorce.

En algunas parcelas de aguacate se han llevado a cabo podas más agresivas y en otras «lo más práctico ha sido arrancar», pero «son las menos todavía, es el último recurso», ha sostenido Faulí.

En cuanto al impacto que puede tener en los precios una menor producción de aguacate de la Axarquía, ha recordado que si entra mucho volumen de terceros países, como Perú, Israel, Chile o Marruecos, «el mercado europeo tampoco nota falta de producto», con lo que los precios no suben.

PELIGRA LA CAMPAÑA DE ACEITUNA DE MESA

En el olivar la próxima cosecha de aceituna de mesa estará también marcada por la escasez de lluvias y las altas temperaturas, con olas de calor intensas.

El descenso de la producción en Málaga será «menos acusado que en otras provincias andaluzas, donde va a ser exagerado», ha manifestado el presidente de Asaja en Málaga, Baldomero Bellido.

La campaña de verdeo -la recogida de aceituna verde-, que empieza en septiembre, se complica porque la oliva «tiene que estar bonita, lisa y de buen tamaño» para destinarse a la tradicional aceituna de mesa y si está arrugada o es pequeña «va a molino», han apuntado a Efe desde la cooperativa Dcoop.

El grupo agroalimentario, que anticipa una caída general de la producción de aceituna, está atento a cómo se desarrollan las próximas semanas. «Haría falta que lloviera, pero no de forma torrencial, porque no alivia y hace daño», han añadido.

(Texto: María del Mar Domínguez / Efeagro)

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