Para la realización de la investigación se han utilizado animales de experimentación, a los que se les proporcionó durante diez días, además de una dieta rica en colesterol, unas cantidades de ligeras a moderadas de cerveza, además del grupo control que no consumió cerveza.

    Tras la inducción de infartos, los animales continuaron recibiendo la misma dieta durante los siguientes 21 días.

    "El consumo moderado de alcohol (10-30 g al día) se ha asociado a un menor riesgo de infarto de miocardio o muerte en estudios en poblaciones con grave riesgo cardiovascular y en pacientes con enfermedades coronarias,  por lo que con esta investigación aspirábamos a evaluar la ingesta de cerveza tradicional y sin alcohol seguía la misma línea", señala la doctora Vilahur.

    A su juicio, "el resultado es que los animales a los que se les suplementó su dieta con cerveza tradicional (un consumo de leve a moderado) manifestaron menor estrés oxidativo y apoptosis (muerte celular), así como una mejor fibrosis reparativa en el corazón y, por tanto, un mejor funcionamiento cardíaco global".

    La cerveza está elaborada con ingredientes naturales (agua, cebada malteada y lúpulo), y contiene diversos nutrientes como vitaminas del grupo B (especialmente ácido fólico), fibra y minerales (silicio, potasio, magnesio y poco sodio).

    Asimismo, uno de los polifenoles (antioxidantes naturales)más destacados de la cerveza es el xanthohumol presente en el lúpulo.

    "Existen evidencias científicas que relacionan, tanto el xanthoumol, como el bajo contenido alcohólico que contiene la cerveza con efectos protectores en la salud cardiovascular", comenta la doctora Vilahur.

    El estudio concluye que "veintiún días después del infarto de miocardio, el tamaño de la cicatriz era significativamente inferior en los animales cuya dieta fue suplementada con cerveza tradicional y sin alcohol, frente a los que mantuvieron una dieta habitual", constata la coautora de la investigación.

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