La Comisión Europea (CE) impulsará el desarrollo de «pueblos inteligentes» -aquellos con acceso a tecnologías y cobertura digital adecuada- y la reducción de la brecha entre campo y ciudad en ese ámbito, dentro de sus políticas en 2018 vinculadas a la agricultura.

El concepto «pueblo inteligente» («smart village», en su término original en inglés) figura dentro de las primeras propuestas presentadas por la CE para revisar la Política Agrícola Común (PAC), así como en otros planes relacionados con los programas de investigación (y los fondos dentro del plan Horizonte 2020).

Bruselas ha abierto en 2017 el debate sobre el futuro de la PAC post 2020, con incógnitas sobre su presupuesto, por razones como la factura del Brexit o las dudas sobre la cofinanciación, y en este contexto está estudiando hacia donde irían las ayudas, según fuentes de la Dirección General de Agricultura de la CE.

En España, la conectividad que define la CE llega solo al 25 % de cobertura en las áreas rurales

Sin embargo, desde la CE reconocen la dificultad de reducir la brecha digital que existe entre los pueblos y las ciudades de los 28, pues para ello «hace falta una estrategia que implique a más políticas que la PAC, a medio o largo plazo».

En el caso de España, la conectividad que define la CE llega a un 70 % de las zonas urbanas (incluye el acceso a red de alta velocidad VDSL o a tecnología de fibra óptica, entre otros) frente al 25 % de cobertura en las áreas rurales, según cifras de 2015.

Desde la Dirección de Agricultura comunitaria insisten en que es fundamental mejorar las conexiones rurales y el acceso a Internet, para «frenar la despoblación, atraer a los jóvenes y explotar el potencial digital» para nuevas formas de negocio y empleo agroalimentario o actividades como el turismo rural.

Recalcan, sobre todo, que el desarrollo de pueblos inteligentes afecta a la calidad de vida, a cuestiones como las administrativas o a la «salud digital», para solventar problemas de movilidad.

En cuanto a la «agricultura inteligente», resaltan su importancia para mejorar la productividad, optimizar el uso del agua o para que el productor pueda acceder a «tiempo real» a datos sobre los nutrientes del suelo o a sensores que contribuyan a detectar enfermedades del ganado.

Sin embargo, desde la CE reconocen que existen dificultades para avanzar en este ámbito, como los problemas de las pymes, las incógnitas sobre la propiedad de los datos y la «gran diferencia que existe entre el conocimiento y las necesidades».

(Fotos: Torà)

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