La evolución de los precios del aceite, a la baja, desde que se inició la campaña de este año en octubre pasado ha reabierto el eterno debate sobre los posibles fraudes en el sector del aceite. Una cuestión que todo el mundo niega, pero del que todo mundo habla en privado. Y  es el deodorato o desodorizado regresa a los mentideros como cada vez que hay una variación sensible a la baja en las cotizaciones. Y especialmente en el descenso en el caso del aceite virgen en relación al virgen extra.

Según recoge Carlos Piza de Silva en elconfidencial.com, la mayor diferencia entre ambos en los precios del aceite es el principal incentivo para que algunos operadores desodoricen el virgen, lo vendan para mezclarlo con virgen extra y hacerlo pasar por este último. En octubre, el virgen se cotizaba a 3,6 euros por kilo, sólo 5 céntimos menos que su ‘hermano mayor’. A inicios de junio lo hace a 2,32 euros el kilo, 32 céntimos menos que el extra. Es decir, el diferencial se ha multiplicado por más de seis.

El deodorato o desodorizado se trata de un aceite refinado de forma suave, en frío, para eliminar olores y sabores y generar un producto plano y estable en el tiempo. Mezclando este aceite refinado con un virgen extra, en una proporción aproximada del 60-40 por ciento respectivamente, se consigue un aceite que supera los análisis físico-químicos y los paneles de cata para ser denominado y vendido como virgen extra. Fraudulentamente porque el virgen extra, por ley, no puede contener proporción alguna de refinado.

Las fuentes que denuncian el repunte generalizado de esta práctica en la actual campaña, en España, son de toda solvencia pero exigen el anonimato total. «Existe un mercado paralelo de aceites desodorizados, puedes llamar a cualquier empresa refinadora y te lo ofrecerá de manera más o menos abierta. Pero quien denuncie esto será acusado de ir contra el sector, cuando quienes realmente se lo están cargando son quienes operan de esta manera ya que se vende un aceite falso, al que se le quitan las variaciones de sabor y olor propias de un producto virgen y natural, y que además incumple la ley», critican estas fuentes al tiempo que se lamentan. «Esto lo sabe toda la cadena, desde el productor hasta el distribuidor pasando por la administración, todas las administraciones, pero la experiencia de años y años en desodorizar hace imposible detectar su uso con los actuales controles, ni físico-químicos ni organolépticos. Es alquimia pura», resumen.

La primera llamada, ante ello, es a la industria refinadora de aceite española, agrupada en la patronal Anierac. Aquí están todos los grandes, desde los andaluces Migasa-Ybarra o Acesur, hasta los portugueses de Sovena, Deoleo o la catalana Faiges, además de cooperativas como Oleoestepa. No hay respuesta oficial. Fuentes individuales de esta industria, sin embargo, niegan la mayor: «Rechazo rotundamente que se trate de un problema, o un fraude, generalizado. Es cierto que el run run no es nuevo, pero se trata de algo localizado, no se hace en las empresas grandes. Nuestro sector está sobreinspeccionado y, pese a ello, en los últimos tres años las inspecciones a un total de 90 empresas derivaron en expedientes administrativos sólo en el 4% de los casos. De esos expedientes, más de nueve de cada diez por divergencias en las calificaciones de los paneles de cata y, el resto, por problemas físico-químicos».

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