Las mujeres rurales que habitan en municipios menores de 30.000 habitantes dedican dos horas y siete minutos más que los hombres a las tareas del hogar y cuidados, un tiempo que traducido en coste de oportunidad, la conocida como «brecha de género», supone 38.500 millones de euros.

Así se calcula en el estudio presentado este miércoles por CaixaBank y ClosinGap -un clúster de empresas que analiza esta brecha y que ya ha publicado doce informes- en el que valoran en el 3,1 % del Producto Interior Bruto el coste bruto de la externalización de los servicios de cuidados y tareas del hogar que las mujeres asumen en los pueblos.

Si de media las mujeres dedican una hora y 57 minutos a estos cuidados, en el pueblo la doble jornada cuenta con diez minutos extra más, lo que se traduce que en un año, las mujeres rurales dedican 17,8 millones de horas más que sus compañeros.

En líneas generales, el estudio concluye que la brecha de género en todos sus componentes – empleo, representación y conciliación- se agranda en los pueblos, una realidad que no sale gratis en los entornos cada vez más masculinizados y envejecidos del medio rural.

La presidenta de ClosinGap, Marieta Jiménez, ha recordado en la presentación del informe en Toledo que la despoblación del medio rural es uno de los retos más destacados del país y que no «se puede abordar» sin aprovechar todos los recursos y sin tener en cuenta la doble brecha: la que ocasiona en lugar dónde se nace y la de la desigualdad de género.

Ha valorado que el estudio también «alumbra» el camino y aporta soluciones, como las oportunidades de avanzar hacia un modelo de trabajo más en remoto, para lo que hay que avanzar en la digitalización del medio rural para favorecer el establecimiento y la vuelta de población en entornos rurales.

EMPLEO: EN EL ÁMBITO AGRÍCOLA, SEIS DE CADA DIEZ MUJERES SON TEMPORALES Y CUADRUPLICA LA MEDIA NACIONAL

Tras analizar las condiciones laborales de las personas ocupadas, se concluye que la situación de precariedad se acentúa en el medio rural cuando se mide con perspectiva de género, con la temporalidad (entendida como duración del contrato) y la parcialidad (jornada laboral completa o parcial) de los contratos mayor para las mujeres que para los hombres.

En el ámbito agrícola, seis de cada diez mujeres son temporales y su tasa de parcialidad es ocho puntos más alta que la de los hombres; en términos generales, la brecha de género en la temporalidad de las actividades agrícolas es de casi nueve puntos, frente a la media nacional que no alcanza los dos puntos de diferencia.

Al comparar esta situación con la de productoras de otros países, las españoles salen muy mal paradas pues, de acuerdo al estudio, ocupan las posiciones de cola en Europa en cuanto a inclusión del talento femenino.

Así, España es el quinto país europeo con la tasa de actividad rural femenina más baja (73 %) y es el tercero de Europa con la tasa de empleo rural femenino más baja.

Además, las mujeres desempeñan en mayor medida ocupaciones más básicas que los hombres y ocupan en menor medida puestos de dirección.

Contrasta con la estadística sobre el nivel educativo, pues el estudio desvela que el porcentaje de mujeres del ámbito rural con alto nivel educativo (22,8%) es superior al de los hombres del mismo entorno (15,6%).

LA REPRESENTACIÓN DE LA MUJER Y LA TITULARIDAD COMPARTIDA

Y a pesar de que existen leyes como la de la titularidad compartida concebida para favorecer la igualdad real en el rural, los datos del informe dibujan, a día de hoy, unas estructuras de género «especialmente arraigadas en el trabajo agrario y la mujer sigue infrarrepresentada».

Los datos son claros: De los 1,6 millones de personas empleadas en explotaciones agrarias, el 65,4% son hombres; en el caso de la titularidad, son el doble los hombres que poseen una explotación.

La excepción que confirma la regla, según el estudio, es el turismo rural, pues seis de cada diez propietarias de alojamientos rurales son mujeres y la mayoría gestionan de forma independiente y sin personas empleadas su negocio.

El informe se detiene en la oportunidad que puede suponer para el entorno rural la generalización del teletrabajo; calculan que unas 13.300 personas que emigraron del mundo rural podrían retornar con esta opción laboral, lo que equivale a 172 millones de euros.

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