Vanessa Sánchez / Coordinadora de proyectos. Fundación Global Nature

Los presupuestos que se han aprobado en Bruselas recientemente para la Política Agrícola Común (PAC) 2021-2027, pese a haber sufrido un recorte del 10% (a falta de conocer las cifras concretas para España) este recorte es mucho menor de lo anunciado en 2018. Pero si tenemos en cuenta la situación de partida, cuando se proponía un gran recorte a causa del Brexit, creo que, no hemos quedado tan mal.

Desde nuestro punto de vista, la mejora con respecto a la propuesta original de la CE se debe a dos motivos. La hoja de ruta que plantea la Comisión en cuanto a un crecimiento verde y sostenible y a las nuevas estrategias («Pacto Verde Europeo», «Del campo a la mesa», «Biodiversidad EU 2030» y el reciente acuerdo «EU Next generation») que van a acaparar gran parte de los fondos disponibles para apoyar a los agricultores y las zonas rurales. Y por otro lado la crisis sanitaria que hemos vivido que ha puesto de manifiesto la importancia del autoabastecimiento alimentario de la Unión Europea y esto creo que va a resultar finalmente positivo.

Se trata de una paradoja, ya que tenemos la financiación aprobada para un marco legal aún sin aprobar, pues la reforma de la PAC Post 2020 no se espera que vea la luz hasta 2023. Por tanto, agricultores y ganaderos estarán dos años cobrando con los nuevos presupuestos y la antigua normativa. Pero la música suena ya y despierta diferentes posicionamientos y recelos.

Según las estrategias y pactos europeos el sector deberá reducir el uso de fitosanitarios, un 20% el empleo de fertilizantes y un 50% el de pesticidas y antibióticos; deberá conseguir que el 25% de la superficie agraria se reserve a cultivo ecológico (España tiene actualmente un 9%), y tendrá que destinar el 10% de la superficie agraria útil (SAU) a actividades no productivas o aumentar hasta un 30% la superficie nacional de Red Natura 2000.

La Comisión establece un marco y cada Estado Miembro desarrolla su propio Plan Estratégico para la PAC (PEPAC). Cada Estado deberá destinar al menos el 40% de la dotación financiera global de la PAC post 2020 a los objetivos medioambientales y de lucha contra el cambio climático. En la arquitectura verde de la PAC desaparece el antiguo «Greening» que se integra en condicionalidad reforzada. Además, aparecen los Eco-esquemas (en el primer pilar, y de carácter voluntario) y se mantienen los objetivos ambientales y de clima en el segundo Pilar. Tres bloques de acción para lograr esos objetivos ambientales.

En España el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) está elaborando su PEPAC desde 2019, y ahora deberá incluir todas estas cuestiones añadidas que condicionarán el cobro de las ayudas, lo que, desde nuestro punto de vista, bien entendidas y aplicadas por las Comunidades Autónomas, pueden tener un beneficio interesante para un buen número de agricultores y ganaderos españoles.

Desde FGN creemos que la «nueva condicionalidad» de la nueva PAC que plantea el MAPA está diseñada con tantas ambivalencias que finalmente todo queda como estaba cambiándole el nombre a lo que se hace. Los objetivos ambientales quedan recogidos en la normativa, pero su diseño sobre cómo aplicarlos se termina debilitando tanto que su aplicación finalmente no arroja los resultados que busca.

Por otro lado, el MAPA plantea la figura de los Eco-esquemas, desde FGN consideramos que esta nueva figura, bien aplicada, podría ser muy beneficiosa para alcanzar los objetivos ambientales y climáticos. Sin embargo, aún se desconoce el porcentaje del Pilar I que se designará a esta figura, que será la gran incógnita y un punto de confrontación en las diferentes negociaciones que se van a producir, ya que se plantea que pueden estar entre el 5% y el 30% del total del presupuesto del Pilar I.

Los Eco-esquemas van a tener carácter voluntario para los agricultores y ganaderos (podrán acogerse aquellos que apliquen ciertas prácticas ambientales que vayan más allá de la condicionalidad reforzada y que no estén contemplados en el Pilar II). Se trata de una gran oportunidad, pero los Eco-esquemas han de definirse bien y aplicarse mejor, para que nuestro país, un hotspot de biodiversidad y con la mayor superficie de producción ecológica de Europa, se aproveche de esta situación y por tanto suponga una ventaja competitiva para España. No se pueden colar medidas perniciosas como «el Uso sostenible de Fitosanitarios» que ya contempla la condicionalidad reforzada.

Y, entonces, ¿dónde queda la agricultura ecológica? Es otra de las incógnitas del proceso de negociación del reglamento de la PAC post 2020. Lo que parece que está claro es que su reglamentación se incluirá en la de la PAC. El que la financiación proceda del primer o segundo pilar marcará su evolución en los próximos años. Sabemos por comunicados de prensa que algunas Comunidades Autónomas, como Castilla La Mancha, se posicionan porque el mantenimiento de la agricultura ecológica se financie en el primer pilar. Desde FGN consideramos que la agricultura ecológica (que supone un punto de partida para la conservación de la biodiversidad, así como una de las opciones agrarias más resilientes frente al cambio climático) debería estar contemplado en los Eco-esquemas del Pilar I, tanto la transformación a ecológico como el mantenimiento posterior, así que esperemos que todos lo vean así.

Estaremos pendientes de los acuerdos que se vayan estableciendo en los próximos meses con el fin de intentar que se cumplan verdaderamente los objetivos ambientales y de clima, que como hemos mencionado anteriormente justifican el 40% del presupuesto de la PAC Post – 2020.

Lo que está claro es que, nos viene una revolución y hay que estar preparados para ella.

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