«El avance científico en las ciencias agrícolas y biológicas se ha acelerado» y la «mejora genética» puede convertirse en el «elemento principal» para incrementar la producción de alimentos en el planeta, en un contexto de recursos limitados y que en 2050 contará con una población de 9.500 millones de personas, ha afirmado Elena Saenz, directora de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove).

Estas palabras las ha dicho durante su intervención en la inauguración en la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de la Politécnica de Madrid de la jornada «Biotecnologías modernas en plantas: innovación en mejora genética»

A su juicio, «el avance científico» con la aplicación agrícola del Crispr (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats) -que permite cortar, editar o corregir la información genética que alberga el ADN de una célula- «se está ganando el título de segunda revolución verde».

«Las últimas innovaciones en métodos de obtención de plantas logran resultados relevantes en menos tiempo y con mayor precisión», ha indicado, tras expresar su preocupación ante «el debate abierto en el Unión Europea (UE) sobre la posible regulación del uso de herramientas a la mejora vegetal».

los laboratorios ahora se clasifican en dos tipos, «los que ya trabajan en ella y los que pronto lo van a hacer»

Por su parte, en su ponencia, el investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) Lluis Montoliu ha precisado que la edición genética en plantas con la herramienta Crispr es diferente de la técnica para obtener un organismo modificado genéticamente (OGM), una distinción que debe tener en cuenta la UE a la hora de legislar.

Para Montoliu, el Crispr -la cuarta edición de herramientas genéticas- «ha cambiado de forma disruptiva el mundo de la biotecnología», en el que los laboratorios ahora se clasifican en dos tipos, «los que ya trabajan en ella y los que pronto lo van a hacer».

Ha subrayado el «progreso enorme en investigación genética de los últimos cuatro años» gracias a esta herramienta que ha calificado de  «absolutamente maravillosa, simple, práctica, útil y que funciona».

Entre las aplicaciones del Crispr al sector ganadero ha mencionado experimentos científicos ya publicados y que se han traducido en ovejas con la lana de la raza merina española y la masa muscular de la raza texel uruguaya, o cerdos resistentes a la peste porcina africana.

Un equipo de investigadores en Minesota (EE.UU.), ha citado como ejemplo, ha logrado eliminar los cuernos de las vacas lecheras con mutantes naturales.

Entre las investigaciones agrícolas ha apuntado la consecución de champiñones que no ennegrecen al laminarlos gracias a la tecnología Crispr y ha avanzado que la edición genética se está desarrollando mucho en variedades de arroz, patata y soja.

Por su parte, la directora de la Asociación Europea de Semillas (ESA, en sus siglas en inglés), Petra Jorasch, ha destacado la importancia de los avance en la mejora genética de las plantas y el desarrollo de una agricultura sostenible, de mayor producción, resistente a plagas y que pueda encarar los efectos del cambio climático.

Jorasch ha mostrado su temor ante una posible regulación comunitaria en torno a las nuevas técnicas como el Crispr, lideradas actualmente por científicos de Estados Unidos y China, ya que si esta tecnología se equipara a la de los OGM puede frenar su investigación y aplicaciones en la Unión Europea.

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