Fuensanta Pérez  / Abogada y miembro de la asociación LIMBRAYA

El despegue que nuestra economía está experimentando debe mucho al sostenimiento y crecimiento del sector agrícola en nuestra Región, contribuyendo a estos proporcionalmente más que el industrial, debido a que los efectos multiplicadores de la agricultura son mayores sobre la economía interna que los de la industria, además de su mayor potencial de empleo de mano de obra y capacidad exportadora.

Dentro del sector agrícola en la Región de Murcia, sobresale la producción de cítricos como una de las de mayor peso específico, y ello a pesar del trato desigual en la percepción del beneficio que los productores reciben con respecto a los diferentes mediadores dentro de la cadena de valor en la comercialización de cítricos en nuestra Región. Los productores de cítricos, al igual que otros productores agrícolas, sufren el agravio de los precios en origen, a menudo por debajo de los costes de producción y que, en su caso, apenas alcanza el diez por ciento del precio final al consumidor, diferencia que, si bien puede explicarse en parte por el largo proceso de compra y comercialización del producto hasta su destino final, no acaba de justificar los amplios márgenes de beneficios de algunas de las partes que intervienen en el proceso.

Durante este proceso o cadena de comercialización, el precio de los cítricos va experimentando un incremento a veces injustificado, como se dijo, pero que en origen coloca a los productores en una situación de necesidad y dependencia que les hace muy vulnerables ante el comprador, dada la estacionalidad de un producto perecedero, de plantación permanente, y que tanto depende de los imponderables del clima y la escasez de recursos hídricos. La sequía y el déficit de precipitaciones histórico  provocan, además, que un importante porcentaje de la cosecha tenga  serios problemas de calibre, lo que lleva al rechazo de la gran distribución y  una mayor baja de los precios en origen.

“Existe margen de beneficio suficiente en la cadena alimentaria para que un reparto del mismo permita la viabilidad de todos sus eslabones, incluido el productor, sin repercusiones negativas para el consumidor”.

La crisis ha orientado las prioridades políticas hacia otros ámbitos distintos al de la agricultura y sin embargo se han vendido como propios los buenos resultados de la agroindustria y la distribución, sostenidos en gran parte por la depresión de los precios en origen. Según datos del Ministerio de Agricultura  la industria alimentaria es la primera rama industrial del país, el comercio exterior alimentario está en clara tendencia ascendente, así como la apertura de centros de distribución alimentaria; por consiguiente, existe margen de beneficio suficiente en la cadena alimentaria para que un reparto del mismo permita la viabilidad de todos sus eslabones, incluido el productor, sin que ello tenga repercusiones negativas en el consumidor. Sin embargo esto no ocurre, el productor ve cómo, a pesar de ese buen comportamiento de la industria y la distribución ,y siendo el sustento de éstas, cae su renta, se obliga a vender por debajo de sus costes.

LIMBRAYA se presenta como una Asociación Agrícola de Cítricos de ámbito comarcal y ubicada en Librilla, localidad situada en la zona central de la Región de Murcia, territorio que posee unas características especiales para el cultivo del cítrico, con una altitud sobre el nivel del mar de 167 metros y en la falda de dos grandes montañas que dulcifican el clima en un valle de tierra fértil. La creación de esta asociación es fruto de los buenos ánimos de un grupo de agricultores librillanos que, asfixiados por la escasa competitividad de su producto por causa, entre otras y principalmente, de los bajos precios en origen, la volatilidad de los mismos, la desprotección frente a las prácticas desleales y los desequilibrios que produce, han decidido asociarse para defender sus intereses.

Desde LIMBRAYA se entiende que deben promoverse políticas activas que logren equilibrar el reparto del valor añadido que se genera a lo largo de la cadena. La sensatez parece ser la única que se empeña en alumbrar lo justo, esto es, que cada eslabón de la cadena alimentaria obtenga, por su trabajo, la recuperación de lo invertido y una utilidad, entendida como un beneficio por el que merezca la pena continuar la labor, y en este alumbrar lo justo está, entre otros, el propósito de LIMBRAYA.

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