El apetito de los fondos de inversión por entrar en el capital de empresas alimentarias y cadenas de restauración en España se ha disparado en los últimos meses, lo que despierta recelos en una parte del sector.

La liquidez con la que cuentan este tipo de firmas pueden impulsar los precios al alza y dificultar a compañías tradicionales expandirse a través de compras y adquisiciones, según alertan ya públicamente voces de esta industria, que citan como ejemplo los problemas que afrontan bares y restaurantes para abrir nuevos locales por el incremento de los precios del alquiler.

Otros, sin embargo, inciden en que la profesionalización de este tipo de fondos de inversión puede beneficiar a un sector compuesto tradicionalmente por empresas de un marcado carácter familiar, e incluso apuntan a que contribuirán a que sus integrantes ganen dimensión en un área dominada por microempresas y pymes.

«Los fondos de inversión ayudan a internacionalizarse y a crecer de forma inorgánica comprando otras compañías, y si no están bien gestionadas contribuyen a hacer una reestructuración. Además, imponen una disciplina financiera y fijan una estrategia, medidas que en empresas pequeñas a veces no se afrontan», tercia en declaraciones a Efeagro Mar Ares, socia en Transacciones en la consultora EY.

Cordoniu, pastas gallo o el grupo hortofrutícola agroponiente ya están en manos de fondos de inversión

En su opinión, el hecho de que exista un alto grado de liquidez y de que los tipos de interés sigan siendo relativamente bajos son dos factores clave para explicar el fenómeno.

La responsable de EY destaca que el sector alimentario es «estable» y «seguro», y actúa como «valor refugio» en los portafolios de las firmas de capital riesgo, aunque en los últimos años también se ha mostrado «dinámico y con recorrido para crecer».

«Las compañías han hecho parte de sus deberes y han empezado a internacionalizarse, pero algunas necesitan capital para seguir expandiéndose. Por eso en los últimos dos años hemos visto muchas más operaciones, incluso ventas de un fondo a otro», apunta Ares.

El goteo es continuo, y sólo en los últimos 18 meses se han registrado varios de calado: el fondo Ardian ha creado el líder en panadería congelada de España con la fusión de Berlys y Bellsolà, y Carlyle se ha hecho con un grupo mítico como Codorníu en un sector tan tradicional y familiar como el del cava.

Carlyle, sin embargo, ha salido del grupo cárnico riojano Palacios para dejar su lugar a MCH y Ardian; la firma de inversión Master Gallus ha entrado en uno de los mayores productores de huevos del país, Dagu; y ProA Capital acaba de adquirir Pastas Gallo.

Incluso en áreas habitualmente más alejadas del capital riesgo como el hortofrutícola se han dado casos: Abac ha comprado el grupo andaluz Agroponiente y Cinven, la navarra Planasa.

En la distribución, DIA ha sido la gran protagonista gracias a la apuesta del fondo LetterOne -del magnate ruso Mijaíl Fridman- por ser su máximo accionista.

Aunque si hay un área donde el «boom» es más notable es el de la restauración, con ejemplos como el de KKR en Telepizza, Abac en Beer&Food o Aurica Capital en la madrileña Larrumba.

Según datos de EY sobre transacciones -protagonizadas tanto por capital riesgo como de tipo corporativo-, en España se produjeron 79 operaciones sobre compañías de alimentación sólo en 2018 por un montante de 1.161 millones de euros, mientras que en restauración fueron 34 operaciones por 1.540 millones.

El recelo ante la ofensiva del capital riesgo sobre este tipo de empresas es motivo de preocupación, y por ejemplo el presidente de Ebro Foods, Antonio Hernández Callejas, aseguraba ya el pasado mes de junio que se detecta una «inflación de precios» que les complica hacer compras, ya que se «están pagando múltiplos muy altos debido a la liquidez que hay en el mercado».

(Texto: Óscar Tomasi / Efeagro)

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