En la última reunión del Consejo de Agricultura y Pesca, la Comisión Europea propuso derogar durante todo 2023 dos estándares básicos de condicionalidad de la nueva Política Agraria Común (PAC), como medida para paliar las consecuencias de la invasión de Ucrania. Si la propuesta es finalmente aprobada, se seguiría percibiendo dinero público aunque no se haga rotación de cultivos y se cultive en áreas no productivas destinadas a servir de refugio a la biodiversidad. La iniciativa fue respaldada por 16 estados miembros entre los que estaba España. Por eso, la Coalición Por Otra PAC forma parte del centenar de coaliciones y entidades europeas que han enviado una carta para reclamar a los máximos representantes del órgano europeo «que luchen para que los pocos hitos ambientales alcanzados hasta ahora en la nueva PAC no se debiliten aún más».

El texto recuerda al vicepresidente, Frans Timmermans, y a los comisarios de agricultura, medio ambiente y de salud de la Comisión Europea que la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del sistema agroalimentario dependen del buen estado de conservación del medio. Se da la paradoja de que el 22 de junio el ente europeo propuso un Paquete de Protección de la Naturaleza que va en este sentido y que además sugiere que la PAC debe reorientarse para apoyar a agricultoras y ganaderos.

«Llama la atención que hace dos días la Comisión defendiera la importancia de la naturaleza y su papel clave en la agricultura y, a la vez, esté proponiendo cultivar en barbechos y suprimir la rotación. Dos prácticas que, además, proporcionan beneficios agronómicos como mejorar la fertilidad del suelo y favorecer los polinizadores y el control biológico de plagas, entre otros», señala Fernando Viñegla, responsable técnico de la Coalición Por Otra PAC, que insiste en que los objetivos ambientales no se debiliten.

La misiva recuerda que la Unión tiene una capacidad muy limitada de aumentar su producción agraria sin incurrir en mayores importaciones e impacto ambiental. Además, como el propio Timmermans reconoció el miércoles pasado en rueda de prensa, no se trata tanto de producir más alimentos, sino de desperdiciar menos. En este sentido, las soluciones deben ir por la vía de reducir la comida que se descarta o acaba en la basura, así como de eliminar de manera gradual las ayudas a los biocombustibles basados en cultivos y de abordar el consumo excesivo de alimentos de origen animal.

Por esto, esperan que la Comisión «reflexione y no siga la senda cortoplacista, que sólo se alinea con los intereses de la agroindustria». Su atención debería estar ahora en vigilar los Planes Estratégicos de la PAC (PEPAC) que les remitan los estados miembros en las próximas semanas y que estos no se debiliten sobre los objetivos marcados. Y en controlar que las medidas que proponen están en la línea de los objetivos sociales y ambientales a los que se comprometió el propio ente europeo. «La transición hacia modelos agroecológicos es vital para conseguir un sistema agroalimentario más resiliente, que contribuya a lograr una seguridad alimentaria a medio y largo plazo. Dada la situación de incertidumbre, no se puede esperar otros siete años para acometer estos cambios urgentes», concluye Viñegla.

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