La Unió de Llauradors ha alertado de los primeros robos de la cosecha de algarrobas durante los últimos días en las zonas productoras de la Comunitat Valenciana, en concreto en la comarca de la Plana Baja, y asegura que se producen porque existe «un mercado negro consolidado con compradores seguros». La organización agraria cree, que como ha sucedido otras veces, que el mayor valor del producto, con un repunte en los precios que cotizan ahora entre 0,50 y 0,70 €/kg, podría estar detrás de este aumento de los robos en el campo.

El miedo a perder la cosecha de algarrobas está provocando que los agricultores de las zonas donde hay más robos recolecten la algarroba de forma más avanzada, pues normalmente esas labores se efectúan sobre todo a partir de finales de agosto y septiembre, según indica en un comunicado.

La Unió trasladará a la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana estos hechos con el fin de que las fuerzas de seguridad del Estado «extremen las labores de vigilancia» tanto en campo como con cualquier vehículo o almacén sospechoso de transportar o comerciar con mercancía robada.

Reclama mayor control y vigilancia en los campos durante la época de recolección y que posteriormente se controle la procedencia de las algarrobas en la distribución comercial, así como se investiguen aquellos comercios o personas que se dedican presuntamente a comprar algarrobas hurtadas en los campos. Es «muy importante», según La Unió, que se controlen los puntos sospechosos de venta de esa posible mercancía robada.

Por ello, pide la colaboración de los almacenes que compran almendra y algarroba con las fuerzas de seguridad del Estado para que trasladen enseguida cualquier posible mercancía proveniente de un robo, y que verifiquen la procedencia.

También solicita a los agricultores afectados que interpongan la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil para que se inicie la investigación y conste el delito en las estadísticas, clave para un incremento de la presencia policial en el mundo rural.

La algarroba hasta hace poco se consideraba una producción marginal y con precios que no compensaban su cultivo pero últimamente está siendo un complemento de renta para sus productores al empezar a ser más demandado por las empresas transformadoras.

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