Ángel Samper Secorún / Secretario General ASAJA Aragón

Si George Orwell, autor de “Rebelión en la Granja”, estuviese entre nosotros, posiblemente escribiría una segunda entrega de su famosa novela y la titularía “La Rebelión de los Granjeros” porque muchos de los alegatos que emplea el viejo cerdo “Major” para conseguir la adhesión de los animales en su plan libertador se han convertido en argumentos en boca de otros, no animales sino personas, para intimidar y acorralar al granjero. Una vez más, ¡él mundo al revés!

El encendido discurso de “Major” consiguió su efecto: la rebelión de los animales de la granja. “El hombre es el único ser que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado y su velocidad ni siquiera le permite atrapar conejos. Sin embargo, es dueño y señor de todos los animales. Les hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás se lo guarda para él (…) ¿No resulta entonces de una claridad meridiana, camaradas, que todos los males de nuestras vidas provienen de la tiranía de los seres humanos? ¡Eliminad tan sólo al hombre y el producto de nuestro trabajo nos pertenecerá!” Tras la muerte del líder los cerdos jóvenes tomarán el testigo y organizarán los ideales de Major en un sistema de pensamiento mejor y más práctico -“el animalismo”-, pero para ello tendrán que alinear, para después someter, al resto de los animales de la granja.

Los jóvenes líderes “Bola de Nieve”, “Squealer” y “Napoleón” han hecho bien su trabajo. Una corriente animalista inunda nuestro planeta; lo que no podían imaginar es que sería el propio ser humano quien abominase de sí mismo“. Allí donde miremos conocemos ejemplos de lo más variopinto: “Un joven barcelonés transespecie se implanta aletas en el cráneo” “Técnicas de medicina regenerativa desarrollan músculos artificiales a partir de células de vaca y conejo sobre una gelatina comestible” “Un menú de pavo sintético y vino que no provoca resaca” La primera carnicería vegana que abre en Londres, lo vende todo el primer día” “La droga legal que más se consume en España es el alcohol y concretamente el vino” “Una hamburguesa de carne contamina más que tu coche” “Carne artificial, una jugosa oportunidad de negocio”.

Detrás de esta degeneración del pensamiento humano hay un jugoso negocio lucrativo. Grandes multinacionales juegan con el sentimentalismo dulzón de quienes pueden llegar a la locura de decir que una vaca inseminada ha sido violada. El veterinario Óscar Caso Colina ha publicado recientemente el libro “La Desconexión Urbana”, en el que expresa con gran claridad lo que venimos denunciando: “Este animalismo ha conseguido, con una gran ayuda de los medios de comunicación tradicionales y de las nuevas tecnologías, inculcar en la población urbana y, sobre todo y mayoritariamente, en la juventud urbana, unos motivos supuestamente éticos para evitar el consumo de productos de origen animal”. Podemos darnos cuenta de la importancia de esta desviación con un dato llamativo que aparece en su publicación:  el responsable de una nueva Dirección de Bienestar Animal no es veterinario ni biólogo ni zoólogo; hasta su nombramiento regentaba un establecimiento de comida vegana.

La rebelión en la granja se está produciendo también en la Comisión y en el Parlamento Europeo.  El relato de George Orwell está más presente que nunca. El Vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, ha llegado a amenazar con retirar la PAC si no se cumple el Pacto Verde, con sus dos estrategias: de la Granja a la Mesa y la de la Biodiversidad.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos advierte que la aplicación del Pacto Verde en la UE con sus dos estrategias va a provocar un descenso del 12% en la producción agrícola de la UE, un descenso de un 16% de los ingresos de los agricultores. Se va a producir un aumento del precio de los alimentos y un desplome del PIB. Se le recrimina a la Comisión que no haya realizado la valoración de impacto en la aplicación de las dos estrategias, de la Granja a la Mesa y la de la Biodiversidad. Se le insta a que analice sus graves consecuencias y que se descargue de los criterios ideológicos.

Nunca se ha hablado tanto de la necesidad de abordar el grave problema de la despoblación a la par que las ciudades han inventado relatos que adoctrinan a los niños en las escuelas. “El oso es un peluche”. “El hombre es malo. El lobo es bueno”. “Caperucita es una bruja”. Desde la Comisión se cuenta con el apoyo de Greta Thumberg y, por consiguiente, dan por hecho que cuentan también con el apoyo de todos los niños del mundo.

“El agua ha empezado a cotizar en el mercado de futuros de Wall Street”. Si ya ha empezado a cotizar en alguna parte del mundo, no hay ninguna razón para pensar que no termine cotizando aquí. Y tampoco hay razón alguna para pensar que no termine cotizando el aire que respiramos. La rebelión no solo alcanza a la granja, ha llegado a todo el Medio Rural, a los campos, a la naturaleza y al paisaje. La más profunda contaminación: la desviación del conocimiento, está inoculando este nuevo relato que se viene escribiendo desde hace tiempo.

El Ministerio de Transición Ecológica no puede perderse en el misterio de las transacciones ecológicas. Las riberas de los ríos no pueden perderse en una Ministra que curiosamente se apellida igual: Ribera. Los nombres propios no sirven. Para servir hay que ser humildes y escuchar, perderse en el territorio y encontrarse entre la gente anónima. Las competencias de Reto Demográfico que asume este Ministerio no deben ir encaminadas a acciones que aceleran la despoblación en el Medio Rural.

La Navidad es tiempo de cercanía y encuentro verdadero en el que compartimos lo mejor de nosotros mismos. Ojalá también lo sea de profunda reflexión para quienes nos dirigen y el Año Nuevo nos conceda un horizonte claro, alejado de contaminación ideológica.

Desde ASAJA os deseamos Feliz Navidad.

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