Alfonso Aguado Puig / Presidente Asociación Española de Rehalas y .Vicepresidente O.N.C.

Cuando aún están calientes los bancos del Congreso tras la votación de las enmiendas a la Ley de Chiringuitos y Mascotas (la cito así por orden de trascendencia política), no es fácil sacar conclusiones definitivas, dado que nos encontramos en un trámite más, de la elaboración de una norma que, aparentemente, divide a los dos principales partidos en el gobierno de España. Alejándonos de los árboles para ver mejor el bosque, intentaremos desgranar algunos aspectos que aporten claridad de ideas.

En primer lugar, nos llama la atención el retraso en su tramitación. Recuerdo cuando, a finales de 2021, ya se anunciaba este proyecto de ley. De hecho, en el momento que, desde la Oficina Nacional de la Caza, con la coordinación de la RFEC, se convocó la manifestación del 20 de marzo de 2022, muchas fueron las voces que criticaron que íbamos tarde. Sin embargo, el texto no llegaría al Consejo de Ministros hasta el 1 de agosto siguiente. Los acontecimientos han demostrado que la fecha fue la adecuada para conseguir el efecto deseado. Ha transcurrido ya casi un año del 20M y la tramitación de esta norma sigue a duras penas.

Y es que, en segundo lugar, nos llama la atención, el desgaste que está suponiendo para el actual gobierno, un proyecto legal que, aparentemente, no tiene como objeto ninguna cuestión de Estado. Además del consabido retraso, ¿cómo es posible que el propio ejecutivo que presenta la norma, se enmiende a sí mismo? Hablo en concreto, de la enmienda por la cual se excluyen los perros de caza, entre otros, del ámbito de aplicación de la norma. Es bien sabido que dentro del programa de los podemitas, no entra el amor a España, ni a sus tradiciones, sino que su bandera es toda propuesta para destruirlas. Una de estas propuestas es acabar con la Caza en nuestro país, pero saben que, de frente no pueden, por lo que han optado por una línea de ataque que les ha ido bien, a nivel autonómico, estos años atrás: la excusa del bienestar animal. Realmente, el bienestar animal poco les importa, pero es una competencia a través de la cual han descubierto que pueden intervenir en la vida de todos los ciudadanos, hasta el nivel de poder prohibir actividades como la caza y de paso, crear una serie de chiringuitos donde colocarse y abrir el grifo de la financiación pública para llenarse su tripa, no la de los animales. En esta legislatura se les ha presentado la oportunidad única, planteando una ley nacional básica, mucho más restrictiva que las autonómicas y una reforma del Código Penal sobre el delito de maltrato que, de hecho, impida la actividad cinegética. Este es el plan, veremos cómo les está saliendo.

Parece que el Partido Socialista Obrero Español, en los primeros momentos no era consciente de esta maquinación, pero sí lo era. Es pública y notoria la implicación de Cristina Narbona, presidenta del partido y gobernante en la sombra, en favor del animalismo y en contra del mundo rural. A la fundadora de la Asociación de Parlamentarios en Defensa de los Animales, todavía le duran las secuelas de su dimisión en 2008 y por ello en esta legislatura ha optado por mandar en la sombra. Es la mano que mece la cuna. Pues bien, en esos momentos iniciales en los que, desde el Ministerio de Pablo Iglesias se anunciaba la propuesta, desde Ferraz era aplaudida con entusiasmo. Pero en el PSOE también hay personas razonables, muchos de los cuales conocen la verdad del Campo y de la Caza. Gobernantes regionales, senadores y diputados de mucho peso en el partido, que palpan el día a día de las personas que viven en el entorno rural. Ellos también estaban tragándose este sapo que les mandaban desde Moncloa, quizás porque no eran conscientes de su alcance, quizás porque  no les dejaban hablar. Hasta que el pueblo se echó a la calle.

La causa de las anteriores circunstancias es que todo el plan político cambió con el 20M, un fenómeno que no solo debe valorarse por el éxito de asistencia, que también. El primer efecto que produjo la amenaza de la desaparición del perro de caza, fue la unión sin paliativos de todas las entidades que representan el sector cinegético, en contra de la Ley Belarra. Esta unión se tradujo en el fortalecimiento de las principales instituciones que representan al mundo de la Caza en España: la Oficina Nacional de la Caza, coordinada por la Real Federación de Caza y sus federaciones regionales.

Como consecuencia de la amenaza y en ese entorno de unidad, se han creado equipos de diversa naturaleza, que han trabajado y lo siguen haciendo para revertir el texto inicial y sus intenciones. No hablo solo de los representantes de las diversas entidades, integradas en estas dos instituciones, me refiero a letrados, profesionales de los medios de comunicación, influencers, administrativos, etc… que día a día, combaten al animalismo radical en todos sus frentes. Quiero aprovechar estas líneas para agradecer su dedicación y esfuerzo en un entorno hostil. Gracias a ellos la imagen de la Caza está cambiando favorablemente. Actualmente podemos decir que la Caza tiene una estructura defensiva que funciona a diario, siguiendo una planificación organizada. Ese es el camino. Si vis pacem para bellum.

Hoy por hoy el sector cinegético se sienta con las Administraciones a plantearles proyectos de interés general, forma parte de órganos consultivos y solicita subvenciones. La atención desde el sector público muestra más respeto desde el 20M. En este ámbito, hay que destacar la incansable tarea que despliega la fundación Artemisan y las federaciones autonómicas, consiguiendo hitos necesarios como es hacer llegar la Caza a las escuelas. Los hombres y mujeres del mañana deben ver la Caza como una actividad natural, como son la agricultura, la pesca o la ganadería. Es cierto que este trabajo se venía desarrollando desde antes de la manifestación, pero la disposición a escuchar, por parte de las Administraciones ha cambiado.

Pero la verdadera causa por la que el poder político ha cambiado su aptitud frente a la Caza fue la presión social, por el apoyo masivo que tuvo la movilización del 20 de marzo de 2022. Se ha intentado ocultar bajo el pretexto de que fue otra manifestación más de los agricultores. Se ha lanzado la cortina de humo de las cifras. La verdad, que los políticos saben en su verdadero alcance, es que de las más de cuatrocientas mil personas que llenaron la Castellana ese día, sin pisar una flor, la inmensa mayoría eran cazadores. Ciudadanos ejemplares, personas normales de todas las clases sociales, que iban con sus familias, hombres, mujeres y niños que asfixiados por la oscuridad del futuro que se cernía sobre su afición, montaron de madrugada en un autobús para ir a Madrid y decir hasta aquí hemos llegado. Ese día el pueblo dijo BASTA YA. Y cuando el pueblo se moviliza así, los políticos se asustan y hacen bien, porque la marea naranja que se movilizó el 20M, quita y pone un Gobierno. De aquí en adelante con mayor peso electoral aún. De ahí viene la enmienda del PSOE y el cambio de aptitud de otros partidos.

Desde el 20M todo el mundo sabe que la Caza puede decidir quién quiere que gobierne este país. También que la Caza está unida, tras la coordinación de la Real Federación Española, formando un lobby fuerte bajo la figura de la Oficina Nacional de la Caza. Debemos seguir denunciando que la Ley Belarra no busca el bienestar de los animales, sino que una ideología radical utópica pueda inocular la cápsula de su infraestructura en el gobierno de España.

Si mantenemos la formación de tortuga romana, está demostrado que no habrá fortaleza que se nos resista. El movimiento del 20M exige que sus representantes sigamos trabajando unidos. Ellos nos han dado el poder y la responsabilidad. Mientras la lucha dure, no es momento de quitarse la cota de malla para sacar la cabeza, ni de romper la formación. Nuestros gobernantes deben sentir el aliento en la nuca del poder del 20M hasta que finalice la tramitación de este texto o se aparque, que sería la solución más acorde al verdadero bienestar animal.

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