El fuerte ascenso registrado por la superficie de proteaginosas (guisantes, habas, alubias, altramuz dulce) y leguminosas (garbanzos, lentejas, yeros, veza, soja o cacahuete) acogida a las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC) para prácticas beneficiosas para el clima y el medio ambiente, el conocido como greening o del Pago Verde, constata la diversificación y el aumento de la biodiversidad de los cultivos andaluces.

Las primeras han alcanzado las 37.945,18 hectáreas de suelo declarado en 2017 (tercera campaña de aplicación), un 83,3% más con respecto a 2014, mientras que las segundas han experimentado un avance hasta las 38.543,62 hectáreas, un 47,3% más. Lo mismo ocurre con las tierras dedicadas al barbecho, que cuentan con 186.361,20 hectáreas, un 17% más que tres ejercicios antes.

El resultado, si bien viene acompañado de un descenso de las superficies de grandes cultivos como los cereales (608.023,60 hectáreas, un 25,5% menos) o las oleaginosas (236.763,88 hectáreas, un 7,5% menos), pone de manifiesto, en palabras del consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Rodrigo Sánchez Haro, una «clara mejora en ampliación de especies y en términos ambientales». El responsable del Gobierno andaluz ha destacado que «damos nuevos pasos hacia la sostenibilidad y una mayor calidad del suelo», en la medida en que, además, como ha explicado, «un número importante de las explotaciones que mantienen su extensión total ha incrementado el número de cultivos con respecto al anterior año de aplicación del Pago Verde de la PAC».

No en vano, el 74,2% de las 732 explotaciones que en 2014 sólo tenían un cultivo ha pasado a tener dos en 2017; y el 21,2%, tres. De igual modo, de las 1.080 instalaciones que entonces contabilizaban dos cultivos, el 69,8% tiene ya tres; y el 25,3%, cuatro. La línea se repite en el caso de las 783 explotaciones que albergaban tres cultivos hace tres campañas. De ellas, el 66,5% ha sumado un cuarto; y el 26,2%, un quinto. En definitiva, en 2017, un total de 3.225 explotaciones con más de 10 hectáreas ha incrementado su número de cultivos en mayor o menor cuantía. El 63,9% (2.237) ha añadido uno; y el 26,8% (779 explotaciones), dos.

En la PAC 2017 se han registrado, en este sentido, 48.404 explotaciones con alguno de los cultivos declarados por este concepto, frente a las 46.191 analizadas en la campaña 2014, lo que equivale a un aumento del 4,8%. En este punto, se han utilizado para el cómputo de la Superficie de Interés Ecológico (SIE) en Andalucía en el año 2017 un total de 86.657,3 hectáreas de cultivos fijadores de nitrógeno y, por otro lado, 86.928,8 hectáreas de barbecho sin producción. Esto supone un beneficio ambiental relevante, desde un punto de vista de la biodiversidad y de la reducción del uso de determinados medios de producción, ya que otros cultivos que no tienen capacidad de fijar nitrógeno pueden beneficiarse de las ventajas que aportan al suelo las leguminosas por medio de la rotación.

Guisantes y garbanzos, al alza

Dentro de las proteaginosas, el mayor crecimiento porcentual se da en los guisantes, que han visto duplicada (un 104,2% más) su superficie declarada en los tres últimos cursos hasta llegar a las 14.576,34 hectáreas (7.139,91 hectáreas en 2014). Le siguen las habas, que pasan de 12.655,33 a 22.502,85 hectáreas, un 77,8% más. El altramuz dulce, por su parte, se mantiene cerca de los números de 2014 con un ligero descenso del 4,2% (865,99 hectáreas).

Con respecto a las leguminosas, sobresale el caso de los garbanzos, que han registrado un incremento del 85,1% para fijar su superficie en 31.131,35 hectáreas. También es significativa la evolución de las lentejas, que firman una evolución positiva del 115,1%, desde las 42,86 hectáreas de 2014 hasta las 92,18 de 2017. La veza o la soja también cotizan al alza con aumentos del 18,9% (6.527,08 hectáreas) y del 20,8% (25,24 hectáreas). Caen los yeros (748,26 hectáreas, un 79,9% menos) y los cacahuetes (44,75 hectáreas, un 53,1% menos). Hay crecimientos en las superficies de otras leguminosas como el altramuz, la esparceta, la judía verde, la veza-avena o la alfalfa.

La PAC incluye ayudas del pago verde para prácticas agrícolas beneficiosas para el clima y el medio ambiente desde diciembre de 2013. Estas ayudas del Pago Verde se concede a los agricultores que promuevan la diversificación de cultivos. Se priman las cosechas múltiples sobre el cultivo de una sola especie, a aquellos que dispongan de superficie de interés ecológico en sus explotaciones o a los que mantengan pastos permanentes existentes (plantas herbáceas o forrajes herbáceos).

Están exceptuados de cumplir con dichas prácticas las superficies acogidas al régimen de pequeños agricultores, la producción ecológica y los cultivos permanentes, así como los que se vean afectados por directivas del ámbito de la política de aguas y de conservación de hábitats naturales y de fauna y flora silvestre.

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