Donaciano Dujo / Presidente de ASAJA-Castilla y León

El próximo 9 de junio los españoles elegiremos los eurodiputados que nos representarán en Bruselas, 61 de un total de 720 que completan el Parlamento Europeo. La participación a estas elecciones ha sido siempre más baja que en otros comicios. La mayoría de los ciudadanos dan menos importancia a las europeas que a las municipales, autonómicas o nacionales, y cuando vota lo suele hacer a su partido de referencia, sin fijarse demasiado quiénes van en la lista o qué programa defenderán.

Y no será por falta de posibilidades de elegir: son 33 las formaciones que presentan lista, desde los partidos consolidados a agrupaciones de todo tipo, algunas muy alejadas del medio rural y totalmente contrarias a los intereses del sector agrícola y ganadero.

Esa lejanía que pueden sentir otros votantes no puede darse en nuestro sector. Las movilizaciones que arrastramos desde 2020, agudizadas este año, tienen mucho que ver con el viraje erróneo de la política comunitaria en esta última legislatura, que podemos afirmar con rotundidad que para el campo de Castilla y León ha sido el peor de los últimos tiempos. En ella se ha puesto en marcha la PAC más compleja e incongruente, con una maraña de medidas casi imposibles de llevar a la práctica en las explotaciones, y con innumerables limitaciones en aras de supuestos beneficios medioambientales o de cualquier otro tipo, muchas veces no probados.

CAMBIO DRÁSTICO

Las personas que vamos a elegir el próximo 9 de junio estarán en el meollo de la gestación de la PAC 2028-2034; serán las que atiendan -o en el peor de los casos ignoren- las reivindicaciones del campo de Castilla y León y de España para que haya un cambio drástico en el rumbo de la política agraria comunitaria.

Votaremos a los eurodiputados que elegirán quién sustentará la presidencia europea y los comisarios. Será el momento de que se pruebe si han escuchado el grito de los agricultores y ganaderos europeos, que no es otro que basta ya de criminalizarnos y convertir nuestra profesión en un laberinto burocrático, mientras que se da vía libre a importaciones de terceros países que no cumplen ni de lejos las mismas normas medioambientales, sanitarias, calidad, bienestar animal, ni de condiciones sociales y laborales.

Tal como quedó probado durante la pandemia, es necesario proteger la soberanía alimentaria de la UE para garantizar el abastecimiento, en cantidad y calidad, de la ciudadanía. Y no puede haber producción sin rentabilidad.

Por ello, basta ya de permitir la entrada masiva de productos que hunden los precios y compiten deslealmente con los nuestros, como sigue ocurriendo con los cereales y oleaginosas ucranios, o la carne de países del Mercosur y Nueva Zelanda, la miel de China o los hortícolas de Marruecos, acuerdos comerciales en los que se utiliza la agricultura europea como moneda de cambio.

El campo se juega mucho el próximo 9 de junio: una PAC sensata, que nos permita recuperar la libertad y la ilusión de producir alimentos; un presupuesto suficiente, actualizado a las necesidades actuales y a una UE más grande; unas cláusulas espejo que equilibren las relaciones comerciales con otros países…

Desde ASAJA, animamos a los agricultores a acudir a las urnas. Que revisen los programas electorales y las personas que conforman las listas, porque algunas más que defender al campo lo han crucificado. Y después, que voten en consecuencia y con responsabilidad.

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