Manu Garro / Director de agroinformacion.com

Pese  al dilatada carrera política que tiene el ministro Luis Planas a sus espaldas, sorprende su insistencia en mostrar su enfado con todo el mundo estas últimas semanas. No tanto por el tono, siempre comedido, sino por hace patente su disconformidad con todas las críticas que pueda recibir sobre los fondos de la PAC o, si se prefiere, sobre el Marco Financiero Plurianual acordado en Europa. Y podrá tener razón o no en su defensa de estos presupuestos, pero se equivoca en el fondo.

Hay razones de peso para pensar que el acuerdo alcanzado (y que, pese a que aún debe tener el visto bueno del Parlamento Europeo, no va a cambiar especialmente) es muy favorable para España y para el sector agrario, pero también hay motivos para no estar de acuerdo con él. Teniendo en cuenta el punto de partida que había antes de la pandemia, es obvio que se ha logrado mucho más dinero y menos recortes de lo que se preveía. Y ahí puede estar satisfecho el ministro. Pero también debe asumir que habrá recortes. Y, como diría el meme de Julio Iglesia, «Y lo sabes». Y si hay recortes es lógico que el sector se enfade y proteste.

Acusar a las organizaciones agrarias de «despostismo ilustrado» (es decir, de aferrarse a un concepto de poder absoluto) no es un insulto (de hecho una gran mayoría hemos tenido que echar mano al diccionario para recordar qué es exactamente) es absurdo, porque su papel es reclamar todo lo que puedan para el campo y solo cumplen con lo que tienen que hacer. El problema de fondo («Y lo sabes») no es solo el dinero que llegará o no de Europa, sino que desde que se paralizaron la protestas no ha cambiado nada pese a todo lo que el ministro cree que ha cambiado.

Se han dado pasos, es cierto, pero parafraseando al ministro en sus alusiones históricas todo ha acabado con un «todo debe cambiar para que nada cambie» que se recogía en el Gatopardo. Y eso es lo que notan los agricultores y ganaderos de este país (aunque también tengamos que mirarlo en el diccionario). Que se hacen y cambian cosas (Ley de la Cadena Alimentaria, ayudas a los sectores afectados por Covid, a la vendimia que ahora empieza, …) pero todo sigue igual. Los precios en origen en el campo no mejoran mientras que los costes se disparan, las industrias marcan precios de forma injustificadamente a la baja, las acusaciones sobre el papel de los especuladores son casi diarias, las ayudas que se prometen son escasas, y buscan casi siempre más el titular que solucionar un problema, la distribución sigue haciendo lo que quiere sin que nadie le frene y se amenaza con proyectos europeos sobre biodiversidad que solo traen compromisos pero no medios.

Y si a esto se le añade que se va a perder dinero de la PAC («Y lo sabes»), lógico que los ánimos no estén tan positivos como los del ministro por lo conseguido en Europa. Luis Planas tiene motivos para estar satisfecho por todo lo logrado por Pedro Sánchez en Bruselas y está justificado que quiera sacar pecho por todo lo logrado. Tiene razón. Pero se equivoca al enfadarse con el mundo. O más bien, al enfadarse porque nadie les felicite. Mientras no cambie la realidad del campo, la de esa tierra que tan pocas veces pisa y que da la impresión de no acaba de conocer tan bien como él cree, nadie va a estar contento. Se enfades o no. Y lo sabes.

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