Frente a los recursos tradicionales de diseño de prototipos, este sistema de impresión "permite acortar los plazos de diseño y facilitar la toma de decisiones" por parte de la empresa, para las que, según Martínez, "reducir ese tiempo es importante" porque disminuye costes.

    En concreto, gracias a la utilización de la impresora 3D de escritorio del laboratorio FabLab Valencia de la UPV por parte de los investigadores, la empresa ha conseguido un ahorro económico aproximado de un 70 % frente a la "gran inversión" que hubiera supuesto usar las técnicas habituales de diseño de prototipos.

    Martínez, que ha desarrollado el producto en colaboración con el investigador Andrés Conejero, defendió que "tener un objeto tridimensional hace más fácil tomar decisiones", especialmente cuando uno "no está educado en la visión espacial que hace difícil verlo en la pantalla e imaginárselo".

    Los diseñadores optaron por utilizar esta tecnología en plástico ABS y fabricar diferentes formas del cabezal para evaluar su comportamiento a la hora de deshacer el producto congelado y mezclarlo con agua en un mismo movimiento, así como varios mangos para lograr la forma más ergonómica.

    El gerente de la citada empresa, Jose Ramón Panach, explicó que el utensilio diseñado por la UPV reúne las características y prestaciones que demandaban sus distribuidores: "sencillez, eficacia, facilidad de limpiar y un bajo coste" -vale menos de un euro frente a los 2.000 que puede costar una máquina de granizados-.

    De momento, sólo se comercializa entre los distribuidores de la empresa, a los que el año pasado vendió dos millones de granizados, "como regalo a cambio de determinados volúmenes de compra" y está previsto que en un mes esté en tiendas para los usuarios finales.

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