Eladio Aniorte Aparicio / Presidente de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores

El lobo vino, volverá y se nos volverá a volar la casa. Porque después de contabilizarse, según la Confederación Hidrográfica del Segura, alrededor de 70 avenidas de agua en la Vega Baja durante los últimos 100 años, que han provocado numerosas víctimas mortales y millonarios daños, seguimos con un sistema de infraestructuras insuficiente, parcheado y construido a base de “palicos y cañicas”, como se dice coloquialmente aquí en la huerta. Y es que, la simple afirmación de que si volviese a ocurrir otra DANA como la de hace un año volveríamos a sufrir los mismos daños y consecuencias que entonces, no solo da escalofríos, sino que da nota de lo lejos que estamos en la escala de prioridades del Gobierno de este país.

Un Gobierno que en su momento no escatimó en visitas, promesas, fotos en helicóptero para sobrevolar la zona y el anuncio a los medios de comunicación de un chorro de millones de euros en ayudas para los afectados que, 365 días después, no han llegado.

Un Gobierno que tenía en su mano la posibilidad de reconvertir la catástrofe en una oportunidad que por fin dotara a Orihuela y la Vega Baja de las infraestructuras hídricas necesarias que llevamos reclamando desde 1987, cuando ya las reconoció el Ministerio a través del El Plan de Defensa contra Avenidas del río Segura a consecuencia de las intensas lluvias de ese año, que en las inundaciones y desbordamiento del 2016 se volvieron a recoger y que en 2020 sigue enrolado y dilatando el tiempo haciendo jornadas, informes técnicos, encargando estudios a las universidades, haciendo procesos participativos como el del Plan Vega Renhace…, al que, por cierto, tuve la posibilidad de asistir ayer y donde pude constatar que se trata de un acto propagandístico y electoral más del Consell. Una burla que no concreta las obras hidráulicas que necesitamos, pero se atreve a anunciar un chorro de 100 millones, que presuntamente llegarán en los presupuestos del 2021 y la creación de una oficina técnica, es decir, más funcionarios enchufados chupando puestos y dinero público, y que de poco o nada sirve si luego no hay materialización de esas obras y las actuaciones necesarias. Lo que debería haber anunciado ayer el presidente es una partida específica y detallada en los presupuestos de la Generalitat para que podamos creer en este proyecto y en que su objetivo es hacer resurgir y proteger de verdad a los ciudadanos de esta comarca.

Y es que, la situación de la Vega Baja después de un año, es que la limpieza del río sigue sin realizarse. No obstante, quiero centrarme en lo verdaderamente transcendente y que puede cambiar nuestro futuro en próximas avenidas, que es, como digo, las tan reclamadas infraestructuras hidráulicas. Acciones como: el encauzamiento de la Rambla de Abanilla; la construcción de presas de laminación de Tabala y Arroyo Grande; actuaciones para interceptar y canalizar las escorrentías de la Sierra de Orihuela; trabajos de aterrazamientos y/o repoblación forestal en la cuenca para tratar de disminuir el coeficiente de escorrentía; modificar y ampliar la red de azarbes actual; el establecimiento de un buen drenaje en la desembocadura de Guardamar y la conexión entre el antiguo cauce y el nuevo; o el ensanche del cuello de botella que se produce en el río a su paso por Orihuela y Rojales.

Cuando me preguntan si nos hemos recuperado, siempre respondo lo mismo. Lógicamente la gente ha tenido que tirar para adelante y salvar la situación como buenamente ha podido. La gente tiene que comer, mantener familias… Pero, por ejemplo, en lo que agricultura se refiere, donde se contabilizaron unas pérdidas totales del sector agroalimentario de 550 M€, este año ha pasado lento y se han quedado muchos en el camino. De hecho, a día de hoy, todavía sufrimos las consecuencias y se nos están muriendo todos los limoneros jóvenes de la Vega como consecuencia del anegamiento del agua durante más de diez días.

Mención especial merecen los agricultores de hortalizas, la mayoría sin seguro agrario (más del 95%), puesto que es una línea que no resulta rentable. Para ellos no ha habido ayuda que valga, porque todas estaban vinculadas a la tenencia de la póliza con el Sistema Nacional de Seguros Agrarios. Muy triste, ya que era a través de este cultivo mediante el cual estábamos consiguiendo un relevo generacional importantísimo con la incorporación de jóvenes. Hoy, la mayoría de ellos se han visto obligados a buscarse la vida por otro lado para poder comer.

Como conclusión, la DANA fue un fenómeno meteorológico adverso muy severo, pero hay culpables directos de que sus efectos se sobredimensionaran. Para que esto no vuelva a ocurrir hay que gastarse el dinero. Hay que realizar un mantenimiento permanente del río y garantizar que las motas más controvertidas no van a ceder. En definitiva, hay que abordar las obras. Volverá a ocurrir otra DANA y volverán a echar la culpa a la naturaleza, cuando con acciones humanas adecuadas y responsables se puede minimizar el daño en un 90%. Y es que, somos conscientes que las actuaciones a realizar, pese a ser costosas, (se estima que las propuestas realizadas alcanzarán varios centenares de millones de euros) se verían compensadas con tan solo mitigar el próximo evento, que antes o después ocurrirá.

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