Ramón Espinosa Sáez / Secretario Técnico de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores

El plan Marshall es una iniciativa del Gobierno de los EEUU en la época de los años 50, que tenía como objeto aportar fondos económicos para reconstruir la Europa Occidental de la posguerra. España se quedó fuera de estas ayudas y, aunque la situación de pobreza y dramatismo era preferente, no se recibió un céntimo y el plan Marshall pasó de largo. Toda esta circunstancia hizo poner a trabajar el talento de uno de nuestros directores más reputados y de reconocida trayectoria.

Así, en 1953 el director valenciano de cine D. Luis García Berlanga estrenó la película “Bienvenido, Mister Marshall”. El filme es una denuncia velada, disparatada y plena de sátira de lo que es una situación que ocurrió hace más de 60 años, pero que hoy, desgraciadamente, también encuentra su paralelismo en un asunto que nos toca muy de cerca.

En efecto, lo que está ocurriendo estas últimas semanas en la comarca de la Vega Baja por el efecto de la DANA y el rompimiento del Río Segura: la expectativa, el despliegue inicial de políticos de primer orden, las promesas de reconstrucción, los titulares anunciando millones de euros y el escenario final de ausencia de medidas y ayudas directas a los vecinos y agricultores (recordemos que el sector agrícola es el motor económico principal en la comarca), me traslada al escenario que describió el maestro Berlanga en una de sus películas más veneradas.

De hecho, fue el propio presidente de la Generalitat, D. Ximo Puig, en la primera visita a la zona “cero”, el que sugirió que lo que hacía falta para reconstruir la Vega Baja era un PLAN MARSHAL. Ya son algunos años de experiencia y varios temporales y declaraciones de zona catastrófica a las espaldas, y cuando el jefe del Consell anunció esta medida, lo primero que se me vino a la cabeza es el agricultor que salía en la película mencionada, que soñaba con que los estadounidenses sobrevolaban su campo y le lanzaban un tractor atado a un paracaídas.

Es cierto que agradecemos a todos los políticos e instituciones que han venido y se han interesado por la situación. Pero el apoyo moral no es suficiente y es necesario transformar y materializar todo esa empatía en hechos, en ayudas directas a fondo perdido e inmediatas.  Es de reconocer el apoyo sincero del Sr. Puig, pues en estos días he tenido ocasión de coincidir en varias ocasiones con el presidente de la Generalitat y tengo que decir que ha estado a la altura. Le he visto compungido, cercano y con voluntad de ayudar a Orihuela y al conjunto de la Vega.  Pero, insistimos, no basta.

Después de las contemplaciones y condolencias es hora de remangarnos, de poner lo mejor de nosotros mismos, de plantarnos en Europa y lograr esos fondos de emergencia que sirvan para rescatar a las personas, reimpulsar a las empresas y recuperar la zona. Es momento de liderazgos y trabajar juntos dejando la política partidista de lado. Es hora de hacer equipo y unir fuerzas por parte del jefe del Consell y el presidente de la Diputación, con el objetivo de defender a la provincia de Alicante y exigir al Gobierno del Estado para que estas ayudas se materialicen y no quede todo en palabrería y promesas incumplidas.

Por el momento, la respuesta que ha dado el Estado con la publicación del Real Decreto 11/2019, es insuficiente y resulta un engaño, pues solo contempla ayudas para los que tengan seguros agrarios, es decir, un 93% de los agricultores que cosechan hortalizas se quedan fuera de las indemnizaciones de AGROSEGURO.

Valoro positivamente que el Instituto Valenciano de Finanzas vaya a conceder préstamos al 0% TAE por valor de entre 25.000 y 250.000 euros para los afectados y que cuenten con plazos de devolución de hasta diez años y carencias de hasta cuatro años, el doble que el resto, si son empresas agrícolas. Pero esto es solo una pata de la mesa, nos faltan tres más, que son: ayudas directas a fondo perdido, presión fiscal “cero” y exención (no moratorias) en las medidas laborales y de seguridad social.

Así las cosas, ya ha pasado más de un mes desde la catástrofe que asoló nuestra comarca y los días siguen contando en nuestra contra sin tener en nuestras manos “nada de lo prometido”. Poco a poco, se nos está poniendo más cara de cándidos y nuestro rostro dibuja ya casi la misma expresión con la que despidieron los vecinos del pueblo castellano de Villar del Río a los estadounidenses en el filme de Berlanga.

En los próximos meses veremos cómo queda todo… Si hay una respuesta acorde a la naturaleza de esta situación de emergencia o, por el contrario, estamos ante una tomadura de pelo, también, acorde a la naturaleza de esta catástrofe. Solo nos queda presionar para que no nos olviden, para que no olviden la Huerta de Europa.  No nos gustaría que el Gobierno del Estado sobrevuele por encima de nuestras cabezas, pase de largo, nos ignore y nos quedemos con las manos vacías y cara de burlado.

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