José Luis Marcos / Presidente de ASAJA-Palencia

El glifosato es una materia activa muy controvertida y esto es así por el incomprensible interés en dañar a la agricultura. Parece mentira que la sociedad muerda una y otra vez la mano que le da de comer, pero eso es lo que está ocurriendo día tras otro con la agricultura, y más aún con la ganadería. También utilizan esta sustancia, que combate las malas hierbas, los encargados de la conservación de las carreteras y las entidades locales. Las malas hierbas no sólo perjudican a la agricultura.

En nuestro sector resulta indispensable para aplicar técnicas como la siembra directa o el mínimo laboreo, que han revolucionado la agricultura de nuestro país en las últimas décadas, porque consiguen un gran ahorro de combustible al tiempo que se cuida la estructura del suelo. Hablamos de unas técnicas  que sólo valora el sector agrario, pero, con la calculadora en la mano y echando números, se traducen además en beneficios para la ecología y el medio ambiente, debido al ahorro de emisiones.

NI PROHIBIDO, NI CANCERÍGENO. Ocurre que el glifosato también es una sustancia barata, además de resultar eficaz y de posibilitar que nuestra agricultura sea rentable. Eso es lo que duele a los de costumbre. Su mensaje apocalíptico sobre el glifosato ya está calando, pese a que vierten inexactitudes —por decirlo suavemente—, como que el glifosato es cancerígeno o que está prohibido, lo que no debemos tolerar.

La IARC, organismo dependiente de la OMS, encuadra al glifosato en el grupo 2A, como probable carcinógeno, junto con otras noventa y pico sustancias o causas (entre ellas, el trabajo de peluquero, el turno laboral de noche o tomar bebidas muy calientes). Pero hasta la fecha la OMS no prohíbe el glifosato.

Por su parte, la EFSA (Agencia Europea de la Salud Alimentaria) ha determinado que «es improbable que el glifosato plantee un peligro carcinogénico» y la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) concluyó que «no se justifica ninguna clasificación de peligro por carcinogenicidad para el glifosato».

Curiosamente, el Ministerio de Consumo, que comanda el ínclito Alberto Garzón, emitió en diciembre un documento que aclara todas estas cuestiones de forma detallada. Bien por ti, Garzón.

Sobre la supuesta prohibición, el glifosato está autorizado hasta el 15 de diciembre de 2023, como todo nuestro gremio sabe.

Como ciudadanos que pagamos impuestos, debemos saber que la CHD dedica dinero público a medir si en los cauces hay presencia de glifosato, quizá buscando generar alarma en la población. Y por desgracia, parece lograrlo, porque interesadamente se fomenta cierto aborregamiento en nuestra sociedad. Frente a eso, sólo me queda recordar que para el glifosato sirve una frase que oí al popular Coto Matamoros: «El problema no está en la droga, sino en la dosis». /

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