La falta de garantía de suministro de agua de riego para las plantaciones ha hecho que Andalucía pierda este año unas 50.000 hectáreas de girasol con respecto a la campaña de 2022, cuando se plantaron 246.374 hectáreas en suelo andaluz.

El responsable de Productos Transformados de la COAG Andalucía, Diego Bellido, ha alertado de que el problema derivado de la sequía ha hecho que se vuelva a cifras «anteriores a la guerra de Ucrania». Tras el inicio de la invasión rusa, desde Europa se aprobó el uso de las tierras de barbecho durante el pasado año, lo que provocó que Andalucía pusiera en producción alrededor de 35.740 hectáreas (53%) de las 66.000 hectáreas que, en base a los criterios de la PAC, se consideraban de interés ecológico y, por tanto, debían quedar en barbecho para que los titulares de las explotaciones pudieran acceder a las ayudas europeas. De esta superficie, más de 25.800 hectáreas se correspondían con girasol y el resto con diversos cereales.

Ha señalado que la sequía se ha unido a la falta de garantías de precios altos en origen, «por lo que muchos agricultores han decidido directamente no sembrar para no arriesgarse no solo a no tener beneficios, sino a sufrir importantes pérdidas».

Se han dado los casos, ha proseguido, de agricultores que han accedido a sembrar «para cumplir con la obligación de los derechos de siembra», pero, en general, el descenso de las plantaciones es importante en todas las comarcas andaluzas donde este cultivo es representativo, sobre todo en la provincia de Sevilla.

En 2022, la ola de calor obligó a adelantar la recolección, con Sevilla como la provincia entonces con más hectáreas de girasol, hasta 129.554.

La cosecha española de girasol de 2022 estuvo en torno a 825.000 toneladas, una producción que no permitió satisfacer toda la demanda nacional de pipa de girasol, ya que se calcula que España necesita 1,2 millones de toneladas para abastecer la demanda interna de aceite de girasol.

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