La utilización de la leche como producto reclamo en la distribución es un “fallo típico y exclusivo” que se da en España y “que no se produce en otros países” de su entorno, según indica el director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), Luis Calabozo.

En una entrevista con Efeagro, señala que en Francia “es difícil” encontrar la leche “por debajo de los 80 céntimos el litro” cuando en España el 56 % de la leche envasada clásica se vende en supermercados a un precio con IVA de 0,60 euros/litro (0,576 céntimos sin IVA) o inferior, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

Para Calabozo, los bajos precios de la leche reducen el margen de beneficio al “final” de la cadena alimentaria láctea y eso, la distribución, “lo está financiando probablemente con márgenes en otro tipo de categorías” de productos gracias a la utilización de la leche como produto reclamo.

Es una “financiación cruzada de márgenes” entre categorías de alimentos que “pone al lácteo en posición de pérdida de valor”.

Ello tiene consecuencias “graves”, como que el eslabón final se convierta en “prescriptor de cómo debe ser la estructura agroalimentaria o económica de un país”.

“Por eso es tan importante que cada categoría tenga la rentabilidad que le corresponde para que repercuta el valor que genera en toda la cadena porque, si no, se acaban poniendo en riesgo todas las actividades económicas, sociales e incluso de salud” vinculadas a un sector como el de la leche.

Según Calabozo, todo ello ha provocado que “al final” la sociedad española “crea que ese producto -la leche- vale lo que aparece en el precio” de venta “y no es cierto”.

El responsable de Fenil confía en que la nueva modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria, ahora en tramitación en el Senado, ponga fin de forma efectiva a la venta a pérdidas desde el primer eslabón hasta el consumidor final.

Es algo que recoge el proyecto de ley aprobado ya en el Congreso de los Diputados y que él ve prioritario para que se “proteja” una “actividad esencial” en España y haya “condiciones simétricas” de contratación entre todos los agentes para “generar valor y repartirlo a lo largo de la cadena”.

Calabozo recuerda cómo el sector lácteo fue pionero, en 2011, en implantar los contratos por escrito antes de la entrega de la mercancía, acabando con la venta a resultas.

FENIL DEFIENDE LA EXISTENCIA DE LA MARCA BLANCA EN LA LECHE PERO GARANTIZANDO  LOS MARGENES NECEARIOS DE BENEFICIO

Todo ello ha llevado a “un cambio de cultura muy positivo” que han ido interiorizando “todos los agentes”.

Es un sector, por lo tanto, “muy regulado” que tiene ya “muy atada” la relación entre granjero e industria pero que se “enfrenta” a un “mal funcionamiento” de la cadena en su conjunto y “necesita legislación” para solventarlo, incide.

Calabozo hace también referencia a la marca de distribución (marca blanca) porque “es la expresión, en general, de menor precio” de un producto y en el lácteo se usa para “atraer tráfico de consumidores” hacia otros alimentos que “también pueden ser de marca del distribuidor”.

El dirigente de Fenil defiende la existencia de la marca blanca pero respetando los “márgenes necesarios” de beneficio para el producto.

Por otro lado, la industria sigue atenta a la evolución comercial de las alternativas vegetales a la leche que es una realidad cada vez más patente en los lineales de los supermercados.

En este sentido, Calabozo asegura que “no se trata de poner en cuestión” esas bebidas pero ve necesario incidir en que “no cubren las mismas necesidades nutricionales” que la leche.

“Eso hay que defenderlo para no equivocar al consumidor” porque “no son sustitutivos entre sí”.

La industria láctea está dispuesta a defenderse “siempre, incluso hasta en los tribunales, ante aquél que quiera buscar ese nicho alimentario confundiendo al consumidor” con la utilización de la leche.

Admite que el consumo de esas alternativas ha crecido en los últimos años pero “aún así las cantidades siguen siendo bajas” en comparación con los volúmenes de leche comercializados.

Finalmente, Calabozo hace una defensa del papel de la interprofesional láctea (Inlac) en la que están representados la producción y la industria.

Ve “absolutamente necesario” seguir trabajando de la mano de Inlac que nació, en parte, como consecuencia del “cambio de cultura” que arrancó en 2011 en el sector.

Valora la campañas de promoción en el mercado interno impulsadas por la interprofesional porque “han logrado revertir la tendencia” en el consumo y “cambiar falsos mitos que la sociedad tenía sobre la leche y los lácteos”.

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