Una sentencia del Tribunal Supremo ha anulado otra del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que a su vez anuló el Decreto 32/2015 por el que se regula la conservación de las especies cinegéticas, su aprovechamiento sostenible y el control poblacional de la fauna silvestre; sentencia del TSJ que, de facto, prohibía la caza en Castilla y León. Una decisión judicial que ha sido aplaudida por COAG Castilla y León, que se felicita de que el supremo “rehabilite” a la consejería de medio ambiente y normalice la caza.

En la práctica, el Supremo viene a “rehabilitar” a la Consejería de Medio Ambiente, que en los últimos años había recibido varios reveses judiciales, al afirmar que el procedimiento seguido para dictar la disposición anulada había sido justificado y correcto, sin carecer de ningún elemento necesario. Este razonamiento es muy trascendental porque hasta ahora todas las sentencias del TSJ se habían sostenido en la falta de estudios científicos específicos que justificaran la necesidad de las medidas adoptadas.

Con el rotundo desarme del principal argumento esgrimido por la Sala de lo contencioso-administrativo del TSJ de Valladolid para invalidar numerosas normativas del ámbito medioambiental, y muy particularmente de las relacionadas con la caza y el control de especies silvestres –entre otras, el lobo-, se abre una amplia ventana en la mencionada Sala, en la que parecían imperar, como en reiteradas ocasiones se ha denunciado desde COAG COAG Castilla y León,, los criterios subjetivos de sectores que prefieren que todo el campo se convierta en selva.

Tras esta sentencia del Tribunal Supremo, COAG Castilla y León, se reafirma una vez más en que «resulta totalmente imprescindible disponer de herramientas para el control de las especies silvestres. No hacerlo, dejaría totalmente indefensos no solo a agricultores y ganaderos, sino al conjunto de la sociedad, que ya está viendo las consecuencias de una proliferación descontrolada de fauna salvaje (por ejemplo, los “paseos” por las ciudades de manadas de jabalíes, los daños en las infraestructuras viarias de los conejos, los accidentes de circulación por la irrupción de animales en la calzada, etc.). Y entre estas herramientas, la caza ocupa, sin lugar a dudas, una posición destacada».

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