El Gobierno alemán ha decidido autorizar el ingreso en el país de un cupo limitado de temporeros de la Unión Europea (UE) para paliar el déficit de trabajadores en el campo y pese al cierre de las fronteras dictado a raíz del coronavirus.
Esta postura es bien distinta a la mostrada por el Gobierno español, que todavía no tiene claro esta posibilidad de abrir las fronteras y que defiende que “con las restricciones que hay, tendrá que ser con mano de obra de proximidad”, según adelantó el ministro de Agricultura, Luis Planas, esta misma semana.
Por su parte, el Ministerio de Agricultura alemán, que venía alertando sobre las consecuencias para el campo de la falta de esa mano de obra, y el del Interior, que había ordenado el cierre de fronteras, acordaron permitir el ingreso de un cupo mensual de hasta 40.000 temporeros tanto este mes como el próximo.
La titular de Agricultura, Julia Klöckner, calificó de «pragmática» esa solución, aunque recordó que para garantizar la cosecha se precisan hasta 300.000 temporeros. Mantiene por ello el llamamiento a participar en esas tareas a estudiantes, trabajadores de sectores ahora paralizados y peticionarios de asilo para cubrir las necesidades del sector, sin obviar el premiso de entrada a cupo limitado de temporeros.
La propia ministra abordó ya la semana pasada con su colega de Interior, Horst Seehofer, la posibilidad de agilizar los permisos de trabajo a peticionarios de asilo que hasta ahora aún no se han podido integrar en el mercado laboral del país.
Seehofer ordenó el cierre de las fronteras a los temporeros la semana pasada. Esta prohibición afectaba sobre todo a trabajadores de Polonia, Rumanía y Bulgaria, con los que solía cubrirse el trabajo de temporada.
Klöcker multiplicó a raíz de ello los esfuerzos de su departamento para suplir esos puestos con trabajadores de otros sectores, estudiantes o asilados, aunque reconoció que ni siquiera así sería suficiente para cubrir las necesidades del campo alemán.