La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha advertido este lunes 21 de que el caqui se ha unido ya a los alimentos desperdiciados en el campo debido a la falta de soluciones fitosanitarias de que disponen los agricultores, lo cual ha provocado ya la pérdida de 60.000 toneladas de caquis solo en Valencia.

En un comunicado, AVA-Asaja enmarca esta advertencia en una de las luchas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que radica en la minimización del desperdicio alimentario y que ha provocado la actuación de la Comisión Europea a través de iniciativas encaminadas a reducir el despilfarro de comida restaurantes y hogares.

«mientras Bruselas nos deja sin soluciones, sí permite que países terceros introduzcan alimentos producidos mediante sustancias prohibidas»

El caqui es el último cultivo que ejemplifica la pérdida de frutos a punto de ser recolectados y según un estudio de AVA-Asaja, la incapacidad para combatir cotonets, moscas blancas y trips está provocando que en algunas parcelas de la comarca de la Ribera se alcance hasta el 80% de la cosecha, perdiéndose alrededor de 60.000 toneladas de caquis.

En total, el desperdicio de productos agrarios valencianos supera las 162.000 toneladas de caquis, pero también de naranjas, mandarinas y almendras que ahora mismo se encuentran en campaña.

El estudio cuantifica las pérdidas económicas en 51.851.000 euros, repartidos en 27,5 millones en cítricos, 15 millones en caqui y 9,2 millones en almendro.

Además, la organización recuerda que también existen problemas en otros cultivos mediterráneos como el olivar, la viña, el arroz o las hortalizas.

El presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, afirma que «los informes de la FAO se quedan muy cortos a la hora de valorar el desperdicio alimentario», ya que «no tienen en cuenta las pérdidas que se producen en la fase de producción», por ello «resulta absolutamente urgente que Bruselas cambie el rumbo de su política fitosanitaria».

Aguado ha tachado de «insulto» tanto para el agricultor como para el consumidor el hecho de ver frutas podridas en el suelo «por culpa de las restricciones de la UE».

«Ese desperdicio de alimentos solo sucede aquí, ya que mientras Bruselas deja a sus agricultores sin soluciones, sí permite que países terceros introduzcan alimentos que han sido producidos mediante sustancias químicas incluidas en el Códex Alimentario Mundial pero prohibidas por la legislación europea», ha concluido.

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