"Somos la única bodega kosher al cien por cien en España y en Europa", explica Cohen a Efeagro, aunque sí hay algunas empresas que hacen con ese sello una parte de sus referencias o pequeñas series.

    "Fuera de Israel, que yo sepa, sólo hay dos o tres más" y precisa: "No es que hagamos vinos kosher. La bodega es kosher en sí, y por supuesto los vinos también lo son".

Se trata de "una filosofía de vida, una apuesta emocional y pasional"


      "Hacer vino kosher es una filosofía de vida. Una apuesta emocional y pasional. Yo nací en Marruecos y he vivido en Suiza, Francia e Israel. Mi esposa, que procede del mundo del arte, nació en Francia. Pero hemos vuelto tras siglos de historia (de éxodo sefardí) a nuestras raíces, en España", relata.

     "Nos fascina la tradición sefardí de nuestros antepasados, ese ejemplo de convivencia en paz y armonía", agrega Ana Aletà, quien recuerda que en 2003 lanzaron "en serio" el proyecto de bodega kosher, aprovechando que su marido asesoraba a bodegas en España.

     "A partir de ahí empezamos a trabajar y lo seguimos haciendo incluso sábados y domingos", afirma Aletà, quien detalla que cuentan con una producción modesta, de 10.000 botellas, en Montsant y Priorat, aunque de la máxima calidad.

     Los venden mediante su distribuidora ElviWines, que también ofrece referencias de Ribera de Júcar, Cava o Alella, y de bodegas como la manchega "Illana" o la riojana "Castillo de Sajazarra".

     Sobre las características de los vinos de Clos Mesorah, apunta que el sello kosher "es como tener una certificación ISO más", que implica un proceso de estricto control y vigilancia, especialmente de lo que se "adiciona" al vino, para que sean muy "naturales".

     Desmiente tópicos, por contra, porque "aquí no hay bendiciones, ni nada de eso. Esto no existe en nuestro vino kosher", aunque sí respetan el calendario judío y su "ritmo lunar", y deben contar, además, con una certificación en la que media un rabino.

     La UO (Unión Ortodoxa) es la agencia de certificación kosher más internacional, que certifica más de 400.000 productos de 80 países.

Freixenet abrió este mercado hace cinco años


     Por su parte, Gonzalo López de Ceballos dirige el proyecto internacional de cava kosher de la firma catalana Freixenet.

     Hace 5 años lanzaron un cava premium al comprobar que en las bodas de Israel no se tomaban espumosos que no tuvieran ese sello y en muchos hoteles, incluso, estaban prohibidos los vinos no aptos para los judíos.

     Israel, con 6 millones de personas "que consumen kosher", era el primer mercado al que miraron, aunque también se fijaron en países con importantes núcleos de población judía como EEUU (con más de 3 millones), Francia (500.000) o Reino Unido (300.000), México, Panamá, Colombia y Argentina.

     Freixenet tiene una producción estable de 60.000 botellas de cava kosher al año, un segmento en el que se han introducido con fuerza distintas bodegas, incluso casas de champán francés (kosher) como Pommery, Drappier o Laurent Perrier.

     López de Ceballos recuerda que hacer vinos kosher implica mayores dificultades que en el resto de alimentos y bebidas, porque requiere que se modifiquen hasta 150 elementos usados habitualmente en la enología, lo que hace de ellos unos productos orgánicos y de calidad excepcional, y con unos controles casi superlativos.

     En el caso de Freixenet, cuentan con dos certificaciones, la que expide la Federación de las sinagogas de Londres -que les ayuda a vender en Europea e Israel- y la UO, muy aceptada en Nueva York (EEUU) y que se extiende muy rápidamente por todo el mundo.

Un rabino visita todas las vendimias las bodehas jerezanas de González Byass


     El grupo jerezano González Byass es otro ejemplo; en cada vendimia, recibe la visita de los rabinos de la certificadora London Beth Din.

     Su director, el rabino Akila Padwa y el Dayan Ehrentreu ("superior de rabinos") supervisan de manera minuciosa el proceso de molturación de la uva en los lagares de Las Copas, cuentan desde la bodega.

     En 1998 embotellaron la primera partida del fino Tío Pepe Kosher, aunque unos años antes se inició el proyecto con 100 botas de mosto seleccionado y que dieron origen a la solera de Tío Pepe Kosher.

     La elaboración de un vino Kosher significa que cualquier contacto físico con el vino o los mostos durante el proceso debe realizarlo un equipo de personas "Shomer Shabat" y que todos los aditivos y los ingredientes deben ser kosher, destacan desde esta bodega que ya vende esta referencia a EEUU, México y Holanda.

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