Peor el remedio que la enfermedad, se suele decir. Exactamente lo que ha pasado con el vino este año. Teníamos un problema con epicentro en la vendimia record del 2013, con mucho vino (¡que contentos… ya somos los primeros productores mundiales!, decían nuestros políticos), y no todo de una calidad aceptable, al que era difícil dar salida comercial ni siquiera recortando precios. Fuimos de los primeros en dar la alarma en julio en rueda de prensa (el que quiera, que tire de hemeroteca): “Se nos viene encima la siguiente vendimia y no hay hueco para meterla. Algo habrá que hacer”.  ¡Y vaya si se hizo!.

    La Unión de Uniones, desde fuera de unas mesas de negociación de las que nos aparta el nepotismo sindical, pedía al Ministerio que pusiera sobre la mesa el dinero necesario, tal y como permite la Unión Europea y otros países han hecho en ocasiones, para hacer una destilación de crisis que recuperara el mercado. Sin embargo, los que se dicen representantes del sector acordaron con el Ministerio poner en marcha una destilación obligatoria, sin ayudas, penalizando a las regiones más productoras (ya pueden adivinar cual está la primera en la lista) y, además, asumiendo las bodegas y cooperativas el coste de la quema. Hay quien dice, y suele estar bien informado, que esta idea no partió del Ministerio, sino que la ocurrencia vino de algún lumbreras de ASAJA (AgroEuropa nº 1.309).

    El sainete que llegó después fue de traca. El Presidente de ASAJA de Castilla-La Mancha diciendo (ABC, 10/07/2014) que la destilación obligatoria era una “medida dolorosa, pero necesaria” y echándole la culpa de la situación a los viticultores (“lo tendrá que pagar quien lo ha provocado” decía) y rayando casi en el insulto (“producir para tener que regalar el producto no es de ser muy listos”). P’a enmarcarlo.

    La organización de Cooperativas por su parte aprovechó la primera excusa (el borrador de Real Decreto) que les puso enfrente el Ministerio para apearse del carro. Aunque considerando los perjuicios para las cooperativas de la región de una destilación obligatoria “a pelo”, es algo que nunca debieron haber aceptado. Pero al fin, arrepentidos los quiere el Señor.

    Y la Consejería con el dedo en la gorrilla, a lo que mande el Ministerio. ¿Que el Ministerio dice que la destilación obligatoria sin ayudas es la solución?… pues la Consejería retumba que es una medida  que “merece respeto” porque se pactó “con la mayoría del sector” y será beneficiosa. ¿Qué el Ministerio recula y se suspende su puesta en marcha?… pues la Consejería pregona que es una “decisión acertada y oportuna” y que responde a la “sensibilidad del Ministerio a las reclamaciones de bodegas y cooperativas”. Toda una exhibición de criterio propio en medio del mayor viñedo del mundo.

    De todas formas, quien piense que lo de la destilación obligatoria sin ayudas se ha quedado en agua de borrajas se equivoca. Por un lado, aunque de momento el Ministerio la ha aparcado, el borrador de Real Decreto lo  tiene cocinado para el BOE y amenaza con publicarlo “si finalmente es necesario”. Y en segundo lugar, aún sin aplicarse, el mero anuncio de la destilación sin ayudas acabó por hundir el mercado, moviendo a cooperativas y bodegas a tirar precios, ante la alternativa de tener que entregarlo de balde pagando ellas, encima, la quema.

    Para rematar la cosa, los efectos del seísmo de la destilación se han trasladado al arranque de la vendimia 2014, con los precios de la uva más bajos en los últimos 25 años que no responden ni al volumen de la cosecha (sólo un poco por encima de lo normal) ni a la buena calidad general. Hemos arrastrado la inercia pesimista del mercado en el verano, además de que los viticultores llevamos dos años haciendo penitencia porque en 2012 la uva la pagaron bien (Propitiaberis populo tuo, Domine).

    Tremendo lío tenemos en el sector, que ahora dicen que va a arreglar una Interprofesional en la que se sientan a apagar fuegos los mismos pirómanos que aventaron las ascuas. Soluciones de ahí nos tememos que van a salir pocas. Ya hubo una Interprofesional parecida a la que, en noviembre de 2013, el Ministerio le cantó el gorigori por no hacer nada… Pero, ahora de repente con esta remueveda, al Ministerio le encanta la idea y le da aliento y la promueve… Eso sí, sólo con los amigos… ¡no vaya a ser que se nos cuele alguna voz discordante que nos arruine el coro!. Si fuéramos mal pensados, cavilaríamos que la Interprofesional es la cabeza de turco perfecta para endilgarle el muerto de la aprobación de medidas nada agradecidas… ¿Qué hay que hacer una destilación obligatoria sin ayudas?… Ah, pues lo decide la cuchipandi de la Interprofesión, que se va a comer el marrón del Ministerio y a cambio de eso les autorizamos a que cobren una cotización a todo el sector, aunque no esté representado en la Interprofesional (extensión de norma le llaman a eso), para sus gastillos de funcionamiento y para hacer cosas “muy beneficiosas”, cuyos resultados (admitimos apuestas) no se verán nunca en el bolsillo de los viticultores.

    Tres grandes éxitos (una buena cosecha, una presunta medida “de apoyo” y una interprofesional) de los que ya veremos cuando es capaz de recuperarse el sector.

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