EFE.- Desde hace casi una década, una plaga de picudo rojo ("Rhynchophorus ferrugineus") parasita las palmeras de muchas localidades de la Comunitat Valenciana y Valencia, con un palmeral de unos 21.000 ejemplares, es una de las más afectadas.

Años de lucha contra este insecto, de color rojo y que puede llegar a tener un tamaño de unos cinco centímetros, están surtiendo efecto, ya que el Servicio de Jardinería del Ayuntamiento de Valencia ha desarrollado un sistema para combatir los ataques del picudo que consigue sanar las palmeras "en un porcentaje alto".

Así lo ha asegurado a EFE la jefa del Servicio de Jardinería, Ana Viciano, quien ha señalado que han observado que, en relación a años anteriores, la plaga "va conteniéndose" y que su afección ha disminuido "prácticamente un 70 %" en Valencia respecto al año pasado.

Uno de los aspectos "más importantes" es descubrir el ataque del parásito en una fase "lo más precoz posible", según ha indicado el coordinador municipal de este servicio, Santiago Uribarrena, técnico responsable de la lucha contra el picudo rojo.

"Si se detecta a tiempo y la intervención es rápida, lo normal es que se salve la palmera", ha confirmado Rafael Pons, uno de los podadores que trabaja para el consistorio valenciano.

Uribarrena ha explicado que hay síntomas que indican que el picudo ha parasitado una palmera, ya que "la palmera es simetría pura" y si cualquier palma joven (las que ocupan la parte superior central de la palmera) rompe esa simetría, es "sospechosa" de padecer picudo.

Para localizar las palmeras enfermas, el Servicio de Jardinería dispone desde hace cinco años de una red de alerta, que recibe avisos tanto de los técnicos municipales como de los vecinos.

Esta unidad inspecciona la palmera desde una grúa y comprueba si tiene picudo o no y, en caso de necesidad, poda las palmas afectadas.

Si se demuestra la existencia de la plaga, la palmera recibe una curación que consiste en la aplicación de "tratamientos mensuales que combinan productos biológicos y químicos", además de inspecciones desde el suelo para examinar su evolución, ha explicado Uribarrena.

Tras este tratamiento, que suele durar nueve meses, se realiza una nueva inspección para corroborar que la palmera ha recuperado "cierto vigor" y que podría definirse como "curada", añade el técnico, quien la distingue de la palmera "sanada".

Una palmera "curada" es la que ha superado el tratamiento, pero aún necesita recuperarse, por lo que se someterá a un proceso de "sanación" o de "recuperación" cuya duración dependerá del tipo de poda que tuvo y de la virulencia del ataque del picudo que sufrió.

La variedad de palmeras que más sufre el ataque del picudo rojo es la canaria, que representa alrededor de un 15 % del palmeral de Valencia (hay unas 2.800 en la capital) y, según Viciano, las zonas más afectadas son las "colindantes con otros municipios".

Las palmeras son vulnerables durante todo el año. "En un medio urbano, cuando llega el invierno, la hembra de picudo vuela con 300 huevos en búsqueda de una palmera huésped", donde los depositará y permanecerán, comiendo tejidos del árbol, durante toda la estación fría, ha expuesto Uribarrena.

En primavera "parte de esos adultos vuelven a volar", pero las palmas jóvenes que emergen ya "delatan la presencia de la larva durante el invierno", ha añadido.

Dado que el picudo es un insecto ligado al calor, según el coordinador del Servicio de Jardinería, durante el verano se reproduce más y en un período menor de tiempo, por lo que, al llegar el otoño, se observan los daños en las palmeras, que están "agachadas, destrozadas".

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